Mª José, Margarita y Anne en las puertas del abortorio |
Badajoz: 3 mujeres a juicio
por ofrecer a otras mujeres salidas al aborto
2 de
septiembre de 2012
Ma José, Margarita y Anna serán
llevadas a los tribunales por las denuncias de una clínica abortista de
Badajoz. Su "delito" es acudir cada lunes y martes a las puertas de
ese centro y ofrecerles a las mujeres que van a entrar una salida a su
situación, de manera que desistan de abortar. En algunos casos lo consiguen.
Sobre las 9 de la mañana Ma ría José,
Margarita y Anna dejan a sus familias, incluso sus trabajos, y acuden a las
puertas del abortorio, como ellas prefieren llamarlo porque, dicen, no es una
clínica, ya que allí no se cura nada, simplemente se mata a niños antes de
nacer hasta los cinco meses y medio de embarazo como el propio abortorio se
anuncia en la prensa.
Piensan que no pueden estar sin hacer nada ante
la realidad del aborto porque tendremos que rendir cuentas un día delante de
Dios no solamente por el mal realizado sino también por el bien que no hayamos
hecho. Además, "tenemos derecho a luchar por el mundo que queremos para
nuestros hijos, dice Margarita, y por la sociedad en la que queremos
vivir".
Afirman que se ejerce violencia contra una mujer
acuciada por problemas de pareja, económicos, laborales... que se queda
embarazada y a la se ofrece como única salida el aborto, porque se la inclina a
tomar una decisión que seguro que no tomaría cuando se le ofrece ayuda.
Además cuentan que falta información, no se les
enseña a las mujeres las ecografías de sus hijos cuando van a abortar, lo que
sin duda haría que mucha gente se lo pensara mejor, y aportan datos. En
Estados Unidos de cada 10 mujeres que piensan abortar y ven la ecografía de
sus hijos, solamente una aborta. Los abortorios son conscientes de ello y hacen
lo que sea para no peder negocio, que en el fondo es de lo que se trata.
Anna dice que además de ofrecer una salida a las
mujeres que acuden a abortar para que no lo hagan, mantienen su oferta de
ayuda después de haber abortado. "Sabemos que la mujer después del aborto
lo pasa mal. Existe el conocido síndrome post-aborto", dice Anna. En este
sentido, Margarita asegura que cuando una mujer sufre el síndrome postaborto,
se le niega el derecho a estar enferma porque no se reconoce y los síntomas
son claros: sueños recurrentes, miedo a estar sola, deseo que quedarse
nuevamente embarazada, promiscuidad sexual o autolesiones. "Me decía una
vez un abuelo que en su familia no sabían por qué su hija, desde hacía tres
años, estaba teniendo un comportamiento muy agresivo, destrozando muebles en
casa, autolesionándose... no lo sabían. Ahora nos hemos enterado de que hace
seis años había abortado y hace tres años algo le ha pasado que le ha hecho
sacar todo esto".
Historias
espeluznantes
Preguntadas por lo que han visto a las puertas
del abortorio, Mª José
afirma que "sobre todo dolor. Hay algunas mujeres que no quieren entrar y
son empujadas, como una chica de Montijo, que se resistía llorando y fue
empujada adentro por su pareja, otras llevan un gesto muy agresivo, otras ni
siquiera nos miran".
Por su parte Margarita asegura que nunca
olvidará "el caso de una chica alta, muy guapa que salió del abortorio
con su pareja después de abortar. Iba sujetándose la tripa, como desorientada y
caminó hacia la
avenida Carolina Coronado. Tres o cuatro empleados del
abortorio habían salido a fumarse un cigarro y me sorprendió que se girasen
para darle la espalda.
Antes de llegar a la avenida se volvió, se echó a llorar
sobre un contenedor de basura... fue espeluznante, pero lo que me causó
estupefacción fue como los del abortorio se giraban para darle la espalda
constantemente y no verla, ni ayudarla; no le preguntaron si se encontraba mal
o si podían ayudarle".
Anne recuerda la agresividad de muchos hombres,
que pese a todo afirman que es la decisión de la mujer y no es cierto. Si en
lugar de empujarlas a abortar, le dijeran "todo va a salir bien, yo te voy
a apoyar, tu no te preocupes... a lo mejor la mujer seguiría adelante".
Las tres mujeres nos cuentan que en muchas
ocasiones se ven salir ambulancias del centro porque se producen complicaciones
en el aborto y las mujeres tienen que ser trasladadas a hospitales.
Cuando logran que una mujer se vuelva para atrás
a las puertas del abortorio "nos da una alegría tremenda, nos abrazamos,
incluso lloramos y ellas también. Me acuerdo, destaca Mª José , de una chica
de Cáceres que le dijo su madre ¿pero tú conoces a éstas? y ella respondió
¡no, pero me han ayudado a no abortar! Entonces nos abrazamos como si fuésemos
de la familia".
Concluyendo nuestra conversación Margarita
enfatiza que "el aborto se ha ofrecido como una salida, y no lo es, es una
puerta que tu atraviesas pero no vas a un sitio con más luz, vas a caer en un
pozo. Yo tengo escritas unas frases de una chica que abortó para dárselas a
otras chicas que van a hacerlo y dicen que no te quitas ningún peso de
encima, al revés, te echas otro mayor. Cuando una mujer viene a abortar lleva
una presión terrible, como si tuviese que soportar en sus hombros el peso de un
camión, ¡terrible!, y en el momento que decide 'no voy a abortar es como si le
crecieran alas: sonríe, se te abraza, te mira, es como si se le abriese el
mundo. Yo no sé lo que pasa en su cabeza o en su corazón, pero algo maravilloso
tiene que pasar".
La ayuda que nos ofrecieron fue el dinero para
abortar
Los argumentos de los abortistas o de los
pro-eleccion parecen defender la salud de la mujer, la libertad de la mujer,
pero si preguntamos a los protagonistas quizás nos sorprenderían sus
respuestas. María y Pedro son una pareja joven que decidió abortar en su
momento; aunque después, ya con el dinero en la mano y a pesar de que se habían
desplazado 100 kilómetros hasta Badajoz para hacerlo, encontraron una
alternativa ayudados por las tres protagonistas de nuestra historia. En
noviembre abrazarán a su hijo.
¿Cómo te sentías
cuando ya habías decidido abortar? ¿Qué pasaba por tu cabeza?
Pedro: Pues
ya te digo; eso supone intranquilidad, noches de insomnio... discusiones entre
nosotros, muchos sentimientos y todos negativos.
María: Mala
conciencia.
¿Cuál es el proceso
que lleva a una familia normal como vosotros, que ya tenéis otro hijo a contemplar
el aborto como una opción?
Pedro: En
ningún momento hemos querido abortar; esto ha sido una cosa deseada, lo que
pasa que por las circunstancias del entorno y del trabajo.
¿No sientes el acto de
decidir abortar como un acto de tu libertad?
Pedro: Si yo
tuviera medios económicos ni se me pasaría por la cabeza. destrozarlo.
¿Nadie te ha ofrecido
apoyo, ni las instituciones,Ayuntamiento,
Asistencia Social...?
Pedro: La
ayuda que nos ofrecieron fue el dinero para abortar. El único apoyo psicológico
que hemos tenido fue encontrarnos cuando fuimos a abortar con tres personas en
la puerta que me abrieron la posibilidad que no me hab ía abierto nadie, que
era ayudarme en lo que me hacía falta para seguir adelante.
¿Es lo que querías,
sacar a tu hijo adelante?
Pedro:
Naturalmente. Pero nadie nos apoyaba.
María: Con el primero sí que tuve ayuda y apoyo, pero
con el segundo me han dicho "quítate eso de ahí, que solo te van a pasar
desgracias con esa criatura".
¿Sientes que se han
metido en tu vida para decirte lo que tenías que hacer y lo que no?
Pedro: Esto
viene por presiones externas a nosotros lo de plantearse abortar. Viendo la
situación en la que estamos, ¿la gente qué te va a decir? ¡Quítatelo de en
medio!, que es lo más fácil.
¿Nadie os ha hablado
de los síntomas del síndrome postaborto? Sueños recurrentes, tristeza, discusiones,
infravaloración personal?
Pedro: Nadie
me ha hablado de esos síntomas pero los he estado yo viviendo mientras pensaba
en abortarlo, no hace falta que nadie me lo cuente.
La salud de la mujer es uno
de los argumentos de los abortistas pero te iban a intervenir con anestesia
general sin haberte hecho ninguna prueba.
¿Les manifestas a los
profesionales que te atienden tu desconfianza por este hecho?
María:
¡Claro, ni analíticas ni nada! Bueno me hicieron una ecografía pero no me la
dejaron ver.
Pedro: Les
planteamos la extrañeza, es decir: aquí el mismo día que venimos, sin ningún
tipo de pruebas, la metes en quirófano directamente sin saber nada de ella, ni
la cantidad de anestesia ni nada.
María: Que
fuese sin comer y sin orinar una hora antes. Es lo único que nos dijeron.
¿No os dieron un
presupuesto, algo por escrito?
Pedro:
Presupuesto ninguno; una tarjeta de la clínica y por detrás nos pusieron: 16
semanas. 630 euros; 17 semanas. 730 euros. Doce horas para la vacuna 70 euros,
anestesia general ocho horas de ayuno total, una hora sin orinar y pago en
efectivo.
¿Cómo os sentís ahora?
¿Os alegráis de no haber abortado? ¿Tenéis mejores perspectivas?
María: Nos
alegramos de no haber abortado pero seguimos teniendo miedo de cara al futuro.
Ahora tenemos ilusión, el día que fuimos para allí íbamos como resignados. Por
lo menos ahora tenemos algo que nos da fuerzas para seguir luchando. Eso es lo
que encontramos en la puerta del abortorio cuando ya íbamos con el dinero en el
bolsillo. Íbamos a lo que íbamos; pero gracias a Dios en la puerta nos pararon
y hablamos. M.C
Publicado por Archidiócesis de Badajoz, España
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