22 febrero 2009

Elegía al hijo no nacido por el aborto


D. Diego Quiñones Estevez

Entras en un aséptico hospital abortista,entras y pagas sin impedimentosy no te dan factura por matar a tu hijo,semilla de la Creación Divina,gran fruto de la concepción humana.Luego, muy silenciosa, pisas lentauna sala de espera,antesala de muerte, con premeditación,del hijo que aún palpita vidaen tu seno.



Tu silencio saluda a una mujer silente,
que, como tú, aguarda con angustia
la entrada en el ecógrafo, oculto
a tu mirada, gélida en un tiempo estático,
para que nunca veas, aunque sientas,
la forma en movimiento
de tu hijo en la ecografía,
forma e imagen pura de la vida en origen,
que se adjunta a la ficha abortiva,
terrible e inhumana para un ser indefenso,
sin derecho a la vida, sin derechos,
cuya sentencia será fulminante:
¡La pena de muerte!:
¡Peor tratado que un criminal de guerra!
¡Peor tratado que un asesino en serie!
¡Peor tratado que un violador sanguinario!
¡Peor tratado que a un terrorista!

II
-Con tu hijo inocente
dentro de tus entrañas virginales,
por el miedo empujada sin piedad,
no tardas mucho tiempo en entrar
al quirófano de la muerte legalizada,
profanación de Dios, profanación del hombre,
infernal maquinaria de dolor, sangre y muerte.
-Ya entras con tu hijo,
que siente, cómo tu terror invade
tu maternal vientre, y también tu conciencia,
y acelera al unísono, tu corazón y el suyo,
hasta alcanzar la asfixia compartida,
a pesar del sopor de la anestesia.
Con tu hijo en el potro de tortura abortivo,
manos e instrumentales, enseguida,
persiguen, asesinos, a tu hijo,
que inútilmente trata de huir, para esconderse,
en el refugio vital de tu seno,
ahora, transformado, en tortura mortífera:
¡Tu hijo, tu hijo ha sido asesinado!
-Los restos de tu hijo, sin escrúpulos,
son descuartizados en las trituradoras
del negocio inhumano del aborto,
para el blanqueo del dinero negro,
con la sangre negrísima
del genocidio fetal o embrionario,
sangre, pedazos de un cuerpo sangriento,
¡Como si fuera un trozo de carne!
¡Como si fuera un trozo de verdura!
¡Como si fuera tan sólo unas células muertas!
¡Como si fuera nada, no persona!
¿Cuándo, cuándo será
el fin de este exterminio genocida?

III
-Sales en soledad del hospital.
Te llevas a tu casa, un vacío suicida
que para siempre te acompañará.
El vacío del síndrome del hijo abortado,
se apodera de todo tu ser,
perdura como una cicatriz
en tu alma y tu cuerpo, malheridos
por renunciar a ser madre inviolable,
por permitir la cruel profanación
de la vida indefensa de tu hijo,
hijo tanto de Dios como del mundo.
¡Mujer!: ¿Acaso ignoras que tu hijo, y tú,
seréis otro anónimo número
en las macroestadísticas del terror abortivo?
¡El poder enemigo de Dios y de la vida,
se olvidará de ti y de tu hijo!
-Pronto llegan los días del dolor del aborto,
pronto llegan las noches de insomnio y pesadillas,
mil días y mil noches de anorexia nerviosa,
de bulimia o gula compulsiva
contra el cruel tormento sin olvido,
del hijo no nacido por tu consentimiento.
Tu vida se sustenta de amarguras,
por laberintos de depresiones,
que anuncian el suicidio
o los infiernos de psicodelia.
-Una noche de invierno,
al borde del abismo de tu nada interior,
vuelves al hospital,
confusa en tu mente, trastornada
con el dolor en el alma sin rumbo,
por la muerte de parte de tu ser.
En tu larga estancia sin descanso
en una fría unidad psiquiátrica,
confiesas no saber cómo pedir perdón
al hijo no nacido a la vida.
¡No sabes qué hacer
para recuperar la paz maternal,
negada sin razón al hijo abortado,
que aún grita en silencio en tu seno!

IV
-Los años pasan rápidos pero no el recuerdo
del hijo no nacido a la luz de la vida:
¡Por siempre vivo en nuestra memoria!
¡Por siempre vivo hasta tu muerte!
¡Desde siempre vivo en la eternidad
con el abrazo y el beso de Dios!
¡Para siempre privado de tu familiar ósculo
en la última despedida trágica,
cruenta y premeditada, sin amor,
de la madre y el padre en la Tierra!
(Del poemario inédito: Liturgia de la memoria).


Adopcion Espiritual

19 febrero 2009

16 años ¿madurez para morir?

Yo tenía 23 años y ella 16, y me confesó que estaba embarazada, que estaba sola y que tenía mucho miedo, yo le dije que no se preocupara, y ella decía que nuestros padres se iban a poner furiosos y que tenía miedo de que la echaran de casa, y yo le dije que nuestros padres serían incapaces de hacer una cosa así, y que si en una de esas se atrevían a echarla, yo me iba con ella y le prometí que ni a ella ni a mi sobrino le iba a pasar nada, y que la iba a ayudar a hablar con nuestros padres.

Ahí parecía que se había tranquilizado, aunque todavía no habíamos encontrado el momento para decírselo a la familia. Pero a los pocos días, una tarde que llego de la facultad la encuentro tirada en la cama y sangrando. Cuando vi la caja de pastillas abierta en la mesa de luz me di cuenta de qué estaba pasando y la llevé de urgencia al hospital (estábamos solas en casa, mis padres no supieron en ese momento lo que pasaba).

Más tarde, en casa, le pregunté por qué lo había hecho (no a modo de reproche, antes de que empiecen a decir cualquier cosa) y me contó todo: que le habían taladrado la cabeza con que no era un bebé, que el aborto no es un asesinato, que si tenía al bebé se iba a arruinar la vida y nos la iba a arruinar a todos, que no podía tener un hijo a esa edad, que era una egoísta por querer traer un hijo al mundo para que después nos tuviéramos que hacer cargo nuestros padres o yo.

Mi hermana lloraba, estaba destruida, decía que era una mala persona, yo la abracé y le dije que no, que no era ninguna mala persona, porque no lo había hecho por maldad ni por egoísmo, sino por malas influencias que le llenaron la cabeza, que esas eran las malas personas y no ella, me hizo prometerle que no diría nada a nuestros padres y yo no sabía qué hacer porque cada día estaba peor. Cuando salíamos a alguna parte, veía una embarazada y lloraba, veía un bebé y lloraba, esas crisis eran realmente terribles y fue empeorando, se la pasaba encerrada en su cuarto y tirada en la cama, no quería salir, no quería comer, no quería ir al colegio, había perdido absolutamente las ganas de vivir.

Intenté convencerla de que hiciera terapia pero ella a cada momento decía que lo único que quería era morirse, que era una mierda, que no merecía vivir, le decía que eso no era verdad y no me quería escuchar, yo no sabía qué hacer, pensaba en decirle a nuestros padres la verdad, para que así ellos trataran de ayudarla, pero por otro me daba miedo porque si mis padres se enteraban de que mi hermana abortó, se enojarían mucho y eso la hundiría más y sería peor. Trataba de convencerla de salir, de ir al colegio, de hacer cosas, de tomar terapia pero todo fue en vano.

un día que nos levantamos a la mañana, el baño estaba cerrado con llave. Golpeamos la puerta del baño, llamábamos a mi hermana, no respondía. Mi papá fue a buscar las copias de las llaves, entramos y encontramos a mi hermana muerta. Fue muy fuerte, es algo de lo que todavía no logramos reponernos. Cuando la estábamos velando, les conté la verdad a mis padres y ellos se lamentaban, decían que por qué Ana no había confiado en nosotros, que por qué no había hablado con ellos antes, yo me sentí culpable por no haberles dicho la verdad antes a mis padres y por no haber sabido cuidar a mi hermana de las malas influencias que la llevaron a ese aborto y a esa depresión.

Hoy, después de casi 2 años, mal que mal aprendimos a vivir con eso pero no lo vamos a poder superar nunca, porque esa mierda que se llama aborto no sólo mató a mi sobrino, sino que también destruyó a mi hermana y nos arruinó la vida a mí y a mis padres.

Para que vean, a mi hermana nadie la llamó asesina. Nunca. Por lo menos en nuestra casa. De lo único que puedo sentirme yo culpable es de no haber hablado con mis padres a tiempo y de no haber cuidado más a mi hermana de los que la llevaron a esto. Así que ahora, si van a hablar de mi hermana, háganlo sabiendo bien cómo fue todo y no conjeturando, ok?

Firmado: R.


Adopcion Espiritual

10 febrero 2009

Si tu hijo nace y es un niño normal será UN MILAGRO...

Me limito a transcribir, con su permiso, la experiencia de esta madre:

Me hallaba en la semana 18 de embarazo y accidentalmente rompí aguas.

Rápidamente mi esposo y yo fuimos al hospital, al revisarme dieron constancia de que el bebé se encontraba sin nada de líquido amniótico. Ingresé y me mantuvieron en planta durante dos semanas, haciéndome analíticas, cultivos y por último una ecografía que delataba la carencia de líquido: no había recuperado lo perdido en la rotura.

Pocas explicaciones de cómo se encontraba mi hijo. Solo miradas de desaliento y por fin un diagnóstico: mi hijo no era VIABLE, no podía sobrevivir en mi seno, menos aún nacer, puesto que si ello sucedía, moriría en el momento; una doctora me informó que si nacía antes de la semana 24, los pediatras de Neonatos no harían nada por él, puesto que según ellos no era VIABLE. A la primera doctora que me propuso el aborto, una muchacha joven, le contesté que NO, E INSISTIÓ diciéndome estas palabras: "mira, tu bebé no es viable, no creemos que nazca, morirá antes, y si en el caso de que aguante unas semanas y nazca, morirá al momento puesto que sus pulmones no estarán desarrollados, es más en el caso de que naciera y sobreviviera, tendría importantes problemas pulmonares, cerebrales, de riñón, puesto que sin el liquido amniótico no es posible desarrollar de forma correcta los órganos vitales, como el corazón o el riñón que también se verán afectados, los miembros estarán atrofiados puesto que la falta de liquido les hace estar encogidos y apretados con tu propio cuerpo.Vamos que si tu hijo nace y es un niño normal será UN MILAGRO, pero como Dios existe (en tono cínico), pues ea, vamos a esperar el MILAGRO.

Pasaron 12 semanas, en las que aguardé con paciencia, pero también con el trato de algunos de aquellos profesionales que me miraban con una mirada extraña, como si estuviera loca, o bien, desde la convicción que no tenía nada que hacerhttp://fotolog.miarroba.com/f/0/5/4/1437054/8.jpg.

Me informaron que tenía la posibilidad de abortar hasta la semana 22 + 5, pero entre esas semanas aún me propusieron 2 veces más a que abortarse. Me indigné tanto que el médico en su "defensa" lo único que me dijo es que no tenía ganas de que el Sr. Juez le preguntase que por qué no me había informado de lo que le iba a suceder a mi hijo, un niño de por vida enfermo, con tan solo un 5% de posibilidades de que naciera bien.

Pues bien, Dios existe, Señora Doctora y el 5% también, Mi hijo nació 12 semanas después, por cesárea de urgencia, puesto que había prolapso de cordón... Estuvo debatiéndose entre la vida y la muerte 37 días en la UCI, y aún tardó 23 días más hasta que Pedro pudo venir con sus papás a casa...

Doy gracias a Dios, todos los días; Pedro tiene 2 años y medio, y se recupera de su Displasia Broncopulmonar Leve, de forma satisfactoria, es un niño totalmente NORMAL. Si no cuentas lo que ha pasado nadie lo sabe, tan solo su "peso pluma" delata la prematuridad de su nacimiento...

A cuántos no les han dado la oportunidad de Pedro..., cuántas madres no están dispuestas a dejar a su familia 12 semanas encerradas en un hospital...

No sólo es la sociedad, el Gobierno, o los "especialistas" en el tema los causantes de esta falta de oportunidad: estamos en crisis, sobretodo de valores, yo estaba dispuesta a defender la vida de mi hijo hasta el final..., y sobre todo no me importaba tener que cuidar de un niño enfermo, tan solo le pedía a Dios que me diera fuerzas para afrontarlo y sobre todo para hacerlo lo mejor posible. Pedro es un ejemplo, no un "caso aparte". El próximo curso empezará el cole como cualquier otro niño, y tendrá el derecho a vivir como todos los demás niños del mundo

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Emma Ray, la «bella durmiente» despertó de profundo coma con un beso de su esposo





LONDRES, 28 Ene. 09 / 07:58 am (ACI)

La prensa inglesa difundió la historia de Emma Ray, una joven madre de familia conocida ahora como la "Bella Durmiente" de Shropshire. Aunque los médicos daban su caso por perdido, Emma despertó de un estado de coma profundo con un beso.

Hace dos años, Emma Ray dio a luz a su segundo hijo Alexander, por cesárea. Diez días después sufrió un ataque cardiaco y quedó en estado de coma. Los médicos advirtieron a su esposo Andrew que no podían hacer más por ella y que tenía las mismas posibilidades de recuperar la conciencia en algún momento, como de quedar en estado de coma de por vida.

Andrew no se dejó abatir. La acompañaba todo el tiempo posible y empezó a llevarle grabaciones con el llanto del recién nacido y la voz de su hija mayor, Ella, gritando "despierta mami".

"Le ponía las canciones que bailamos en nuestro matrimonio, le hablaba con mucha suavidad, tomaba su mano, le pinchaba los dedos, todo el tiempo le decía que la amaba y le rogaba que despertara", recuerda.

Emma permanecía inmóvil y silente. Pero dos semanas después ocurrió lo que ellos llaman "un milagro".

Andrew, un experto en tecnología informática, se inclinó hacia su esposa y le hizo un amoroso pedido: "Emma, si me puedes escuchar, por favor solo dame un beso".

La mujer volteó ligeramente la cabeza y lo besó. Andrew sintió que su corazón "se saldría de mi pecho" y los médicos contemplaron la escena sin salir de su asombro.

Desde ese día, Emma comenzó a recuperar y perder la conciencia con frecuencia. Su cerebro había sufrido daños por la falta de oxígeno. Junto a su esposo comenzó un intenso camino de rehabilitación y la pareja se ha convertido en un modelo para los habitantes de Shropshire.

A dos años de lo ocurrido, Emma padece de pérdida de memoria a corto plazo, necesita ayuda para caminar y alguien que vele por ella en todo momento. Su recuperación exige constancia y muchos sacrificios.

Sin embargo, para su familia no hay mayor dicha que tenerla con ellos. "He aprendido a enamorarme de mi esposa una y otra vez. Pero esto es lo que cualquier esposo o esposa haría. Ella es una madre y una esposa y eso es lo único que importa", afirma Andrew

Adopcion Espiritual

04 febrero 2009

Carta al padre de mi hija


Testimonio desde Andalucía en memoria de Lucía

Ésta es una carta al padre de mi hija Lucía. Mi hija que nunca nació. Él tiene una visión muy diferente de todo lo que ha pasado. Y sufre igual que yo y otras muchas mujeres el Síndrome Posaborto.

Para todos aquellos hombres que nos consideran culpables por el simple hecho de que tenemos que decidir. Para aquellos que sin darse cuenta deciden por nosotras. Para esos futuros padres que no son conscientes de lo que están pasando sus mujeres mientras esperan una palabra de apoyo y esperanza. Porque ellos también pueden impedir el aborto. Porque ellos también son culpables y victimas. Como nosotras. Y porque ellos también necesitan perdonarse.

Os agradecería que la publicarais creo que puede servir de ayuda a muchas parejas. Para que apoyen a sus mujeres, las cuiden a ellas y a sus hijos. Él no quiere escucharme, pero quizá alguien sí y pueda servir de ayuda.

GRACIAS POR VUESTRA INMENSA AYUDA.

Hola Juan,

Nunca pensé que me podría pasar a mí... algo así… Jamás.

¡Qué susto...! Reaccioné como una chiquilla… cuando era lógico que sucediera, cuando lo habíamos estado buscando, cuando yo lo estaba deseando y se suponía que tú también.

Hacía ya días que tenía la sensación de que algo diferente estaba sucediendo dentro de mí… las madres sabemos esas cosas.

Lo recuerdo perfectamente. La farmacia, en frente de bar de tapas que tanto te gusta. Dejé el coche en segunda fila, entre en la farmacia, con mariposas de ilusión y nervios de preocupación. La compré, y pensé en un sitio tranquilo…. No se me ocurrió otra cosa. El cuarto de baño de minusválidos.

Nada más lejos de lo que hubiera imaginado, de cómo tenía que haber sido… Tendría que haber sido en tu casa, los dos juntos… pero el fin de semana anterior había sido la feria, pasamos toda la noche sin hablarnos, y al final me quedé contigo a dormir.

Fue la primera vez que estando yo dormida me tocaste, me abrazaste, tu cuerpo me pidió perdón. Pero, no recuerdo ya el motivo, al día siguiente discutimos… y ese día 9 de Septiembre, se suponía que ya no estábamos juntos.

Estaba yo, sola, en un baño de un supermercado con un test de embarazo. Y salieron las 2 rayitas… se me salía el corazón del pecho, reí, lloré… me sentí feliz, llena de ti, y a la vez triste y sola.

Lo primero que hice fue llamarte y quedamos esa misma noche. Tú no podías creerlo, aun teniendo delante de ti la prueba que guardaste. Fuimos a cenar al mismo sitio donde fuimos la primera vez que salimos juntos. Estabas nervioso, descolocado… te reías sin motivo, y no acababas de creer lo que estaba sucediendo. Pasaron lo días, y decidimos esperar a ir al medico para hablar con nuestras familias. Algo que yo no estaba muy de acuerdo pero que respeté. Ahora sé que no me creíste hasta que tú mismo con tus propios ojos la viste, y escuchaste su corazón.

Desde el día que supe que estaba embarazada, me esforcé por que a pesar de nuestra situación, y de lo inseguro de nuestro futuro, nuestro bebé no fuera un problema, un motivo de discusión… Empecé a recordar el embarazo de Isabel, a calcular de cuántas semanas estaría, a volver a visitar los foros y las páginas que visitaba cuando esperaba a Isabel. Me hacía tanta ilusión…Imaginé una y mil veces el día de su nacimiento, contigo a mi lado… soñaba con ver tu cara en el momento que por primera vez tuvieras a tu hija en tus brazos. Quería dártelo todo, quería que fueras el padre de mi hija, y que no tuvieras ese vacío o esa inseguridad que sentías cuando pensabas que Isabel te rechazaría.

Pero tú tenías dudas, estabas nervioso, no querías hacer planes "querías improvisar".

Yo esperaba impaciente ese día 3 de Octubre, pensé que cuando la vieras todo cambiaría, que se lo diríamos a nuestras familias, que lo celebraríamos…

Estaba muy nerviosa antes de entrar en la consulta, quería que mi niña estuviera bien…Y mientras esperábamos en la sala de espera, escuchaba los monitores de otra mama… y tenia tantas ganas de llegar a ese momento con Lucia y contigo a mi lado.

Pasamos a la consulta por fin, y cuando me hicieron la ecografía yo temblaba, no hacia más que mirar tu cara, no querría perderme ni uno solo de tus gestos, de tu emoción...

"Es de izquierdas" recuerdo que dijo el medico y tu te reíste…

Sin embargo, cuando salimos del medico todo fue muy distinto… Sé que lo dijiste de broma y con nervios, pero lo primero que me dijiste al salir era que "te dijera quién era el padre"… y empezó a barruntar tormenta. Fuimos a comer al mismo lugar donde cenamos, y yo pensaba que se lo dirías a tu madre, a tus amigos…que empezaríamos a hacer planes… pero la conversación no tuvo lugar.

Todo lo contrario, discutimos y al día siguiente, día 4 de Octubre me dejaste Juan. Me dijiste que no querías saber nada más de mí ni del bebé.

Yo empecé a pensar que realmente todo te venía grande, que no querías tener un hijo… tú empezaste a sugerir el aborto (quizá sin darte cuenta de la desesperación tan grande en la me iba sumiendo cada día).

Y comenzó este calvario, Juan. Las dudas, idas y venidas, sin saber qué hacer, con quién hablar, dando tumbos…se me vino el mundo encima.

Pasaba el tiempo y tú seguías sin decir nada a nadie. Tu madre iba a ser abuela y no se enteró por ti. Tu hermana iba a ser tía, y tuve que ser yo quien se lo dijera, mientras Alberto me juzgaba de egoísta por no abortar.

Todos empezaron a suponer que quería pillarte. Tú el primero. Empezaste a sugerir pruebas de paternidad…y yo empecé a caer en un abismo… presa del pánico. Quería luchar por mi hija, ¡¡¡lo había decidido!!! Se lo conté a Javier, porque no quería que me atacase por ese lado… quería estar prevenida. Tenía que proteger también a Isabel.

Busqué todas las formas posibles para que abrieras los ojos. Pero seguía siendo mas importante mi ex marido… todo eso más importante que tu propia hija.

La primera cita, fue una farsa… sabías que no iba a hacerlo. Quise que reaccionaras….

No te pedía nada, ni siquiera dinero….Siempre te dije que ni te iba a prohibir ni a reclamar nada. Que serías tú quien decidiera qué relación tendrías con tu hija.

Te lo puse en bandeja… Sólo pedía que me pidieras que no lo hiciera. Solo pedía que hablaras con tu familia. Que no dudases más que era tu hija. Era tu cumpleaños… quise que fuéramos a Urgencias, que me hicieran una eco, que la volvieras a ver.

Pero volvimos a discutir, me echaste de tu coche… me dejaste en plena calle, embarazada, desesperada y con estado de nervios tremendo porque empezaba a no ver salida… Y me dejé vencer por el miedo por primera vez. Toda una vida peleando contigo por nuestra hija…

Sola con un hijo de cada hombre, sin apenas un duro y con mucha gente en mi contra juzgándome como lo hizo Alberto.

Volví a llamar. Volvieron a darme cita. Iba a ir con mi madre. Tú no hiciste nada. Lo único que dijiste es que pagarías la mitad del aborto cuando yo te pagara la reparación de tu coche.

Saqué el dinero del banco, mi madre me lo ingresó. Ella no hizo más que hacer todo lo que yo le decía.

La llame una hora antes: "NO PUEDO, NO LO VOY A HACER. MI HIJA VA A VIVIR. Habla con Papa, y ayúdame Mama. No se como voy a hacerlo pero saldré adelante". Una tarde fui a urgencias diciendo que tenía perdidas… y la vi. Había crecido muchísimo y se movía una barbaridad.

Después de eso, te escribí un mensaje y te dije iba a seguir adelante, que no sabía como lo íbamos a hacer, pero que lo haríamos bien, que saldríamos adelante, que ya nos apañaríamos… "YA TE APAÑARÁS TÚ". Ésa fue tu respuesta.

Luego todo conspiró para llevarme a la más absoluta desesperación… No puedes imaginar, cómo de asustada y desesperada tiene que estar una mujer para decidir abortar.

Mi madre estaba cada vez más nerviosa y preocupada por mí, yo cada vez más asustada, sin dormir, vomitando a todas horas…No dejaban de repetirse en mi mente todas la imágenes de niños abortados que había visto, mezclada con tus ataques, tus silencios, mi miedo a qué iba a ser de mí en el futuro…Peleábamos constantemente, y recuerdo haber estado conduciendo por la autovia, empapada en llanto, pidiéndole a dios que me matara en la siguiente curva…. Si mi hija no tenía sitio en este mundo, yo tampoco. Rezaba para que Dios se la llevara, para tener un aborto natural y no tener que hacerlo yo…no imaginas cómo fueron esos días….

Al final, me perdí… absolutamente. Fui débil, fui cobarde, me dejé ir y caí. Sabía que no volvería a levantarme y me daba igual todo.

No podía mirar a mi madre a la cara y decirle que me acompañara a abortar, cuando ella es madre gracias a que alguien decidió no hacerlo conmigo… cuando yo iba a despreciar el regalo que ella nunca pudo tener y por el que tanto había sufrido… No quise que ninguna de mis amigas lo supieran y me acompañasen, porque era algo de lo que me avergonzaba absolutamente…No tenía a nadie que me acompañase. Pensé en armarme de valor e ir sola. Pero me entró miedo, pensé en Isabel, y en que si me pasaba algo, nadie sabría dónde estaba….y por eso me acompañó él. Porque era la única persona que lo sabía, que me daba igual lo que pensara.

Tres veces Juan. Tres veces tuve que ir. La primera no me dejaron hacerlo, por el informe del psicólogo. Estaba claro que no quería hacerlo, y estaba claro que si lo hacia desencadenaría en un síndrome post aborto del que ellos nunca quieren ser responsables. Fue un viernes.

Pensé que nos habíamos salvado. Creí que estaba a salvo. Volví a comunicarte esperanzada que iba a seguir con el embarazo… y entonces… entonces Juan, fue cuando realmente y por primera vez en mi vida tuve MIEDO.

Me dijiste que "de acuerdo, pero que por supuesto pedirías una prueba de paternidad, y que si intentaba reclamarte algo o quitarte tu casa para meternos los 3, nos matarías a los tres, incluyendo a mi hija" Lo juraste por tu padre y dijiste que no tenias nada que perder. Y lo siento, pero yo te creí. Me asusté mucho.

Mi futuro paso como un relámpago por mi cabeza. Si estábamos así antes de que naciera, como sería después cuando tuviéramos que discutir por su custodia, por el colegio, por el dinero… Con toda esa gente en mi contra, acusándome de egoísta, de aprovechada…. Y yo… sola, sin dinero apenas y sin poder atender a mis hijas.

Y FALLÉ, JUAN. A PARTIR DE ESE MOMENTO ME CONVERTÍ EN ALGUIEN QUE NO SOY, EN CULPABLE, EN UN TRAPO, EN UNA MISERABLE.

UNA COBARDE.

Volví a pedir cita, y me la dieron rápido. Ya no había vuelta atrás, no había salida. Esta vez el psicólogo dijo SÍ, y me dio un tranquilizante. Era un zombi, ni siquiera sabia que me había tomado. Me dijo que me tenían que hacer una ecografía para ver exactamente el tiempo de embarazo porque ya había superado el primer trimestre, y era mas peligroso ( mas caro… que era lo que les interesaba). Lloré como una niña, y le pedí por favor que no me la hicieran… que acabaran ya.

Le dije que tenía anemia, que no era seguro… me inventé lo que fuera para impedírmelo a mí misma. Me hicieron la eco, la graparon boca abajo para que no la viera en mi informe, y el medico se negó a hacerlo si tenia anemia. Necesitaban una analítica, y tendría que volver al día siguiente.

Me convertí en robot mecánico, mi hija me estaba pidiendo que la dejara vivir.. Pero yo ya no sentía ni padecía, quería huir de mi, ya había cruzado la línea, ya no había salida. No merecía ser madre de esa niña, no merecía ese regalo porque era cobarde y débil. Y tú ni la querías, ni la merecías tampoco. Quería castigarme, y castigarte a ti. Sabía perfectamente que tendría síndrome post aborto, que sufriría lo que no hay en los escritos por haberlo hecho, pero ya era culpable sin remisión, y me lo merecía.

Llego el 6 de noviembre. No tenía anemia. Podían intervenir. Entré al área de tortura. Con el móvil en la mano, mientras completaban papeles no hacia más que mirarlo. Esperaba tu llamada.

Un mensaje. NO LO HAGAS POR FAVOR. TE QUIERO Y CUIDARE DE LAS DOS. No llegó.

La ecografía calló tres veces boca arriba delante de mí. La vi. Estaba mucho más grande que la última vez. Mi niña… Miraba la puerta. Nadie apareció. Necesitaba que alguien me sacara de allí, yo ya no sabía lo que estaba haciendo, no tenía voluntad. Solo MIEDO. Estaba paralizada. La única persona que apareció fue la enfermera…. Y mi vida se hundió para siempre. Para siempre. Para siempre. Todo lo que sucedió después, mi "vuelta" a casa… Todo fue desesperación y una huida hacia atrás. Tú ni siquiera te interesaste por mi estado de salud. Por saber que había pasado. No dijiste una sola palabra. NI UNA. Yo no tenía futuro, ni ilusión. Amaba con todas mis fuerzas a un hombre que me despreciaba, que ponía en duda hasta mi nombre… MI vida era inútil. Pero aun podía hacer algo por Isabel. Y creí que era lo mejor para ella. Necesitaba hacer por ella lo que no hice por Lucia. Hipotecar mi vida por ella. No tenía ya nada que perder.

Pero, GRACIAS A DIOS, mi amor por ti seguía siendo más fuerte que todo el pasado, todo el presente y todo el futuro. Yo me moría por verte, por tocarte, por verte reír, por abrazarte… a pesar de todo. Estaba enamorada de ti por encima de todo. Por encima de mi dolor, de mi despecho, de mi rencor, de mi miedo, del futuro de mi hija, del que dirán o que no dirán…. Así era y así es. Y volví a coger las riendas de mi vida y a apostar ciegamente por lo que sentía. Sin mirar atrás. Decidí ser fiel a mi misma, y si te quiero, no hago nada con otra persona, por mucho que eso pueda convenir a mi hija y a mucha gente. Estuvieras o no a mi lado. Me quieras o no...

La razón por la que Lucía llegó a existir sigue estando ahí, al menos en mi corazón. Y no quiero ser falsa. Estoy enamorada de ti, y tú no de mí. No pasa nada. Pero hasta que no te olvide, hasta que no deje de sentir lo que siento, nada ni nadie tiene lugar en mi vida.

En cuanto a aquel 6 de noviembre… aún no he despertado de la anestesia. Y no quiero despertar… pero la realidad me golpea, mi cuerpo me golpea. Tengo que despertar. Ella vive, y vivirá en mí. Tengo que llevar mi cruz, y seguir. Por ella. Por Lucía. Por mi hija. Porque no soy una falsa. Porque me equivoqué, porque tomé la peor decisión de mi vida, y tengo que enmendarlo. Porque tengo que darle vida a mi hija a través de mí, porque su hermana necesita también a su madre. Porque Dios permitió que sucediera para que abriera los ojos y cambiase mi vida. Y tú tarde o temprano tendrás que hacer lo mismo.

Ésta es mi historia Juan, y así es como sucedieron las cosas. Por desgracia, tengo razón. No trato de justificarme, en absoluto. Soy culpable y responsable más que nadie, pero no menos que tú. FUI COBARDE PARA APRENDER A SER VALIENTE. Y AHORA LO SERÉ. HARÉ LO QUE TENGO QUE HACER Y TE AYUDARÉ A QUE TÚ TAMBIÉN LO HAGAS. A QUE ABRAS LOS OJOS, A QUE TE PERDONES Y SEAS EL JUAN QUE RELAMENTE ERES. EL QUE YO CONOZCO. A QUIEN AMO CON TODA MI ALMA Y PARA EL RESTO DE MI VIDA.



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