03 septiembre 2012

Badajoz: 3 mujeres a juicio por ofrecer a otras mujeres salidas al aborto

Mª José, Margarita y Anne en las puertas del abortorio 


Badajoz: 3 mujeres a juicio por ofrecer a otras mujeres salidas al aborto
A los tribunales por defender la vida
2 de septiembre de 2012

Ma José, Margarita y Anna serán llevadas a los tribunales por las denuncias de una clínica abortista de Badajoz. Su "delito" es acudir cada lunes y martes a las puertas de ese centro y ofrecerles a las mujeres que van a entrar una salida a su situación, de manera que desistan de abortar. En algunos casos lo consiguen.
Sobre las 9 de la mañana Ma­ría José, Margarita y Anna de­jan a sus familias, incluso sus trabajos, y acuden a las puertas del abortorio, como ellas pre­fieren llamarlo porque, dicen, no es una clínica, ya que allí no se cura nada, simplemente se mata a niños antes de nacer hasta los cinco meses y me­dio de embarazo como el pro­pio abortorio se anuncia en la prensa.
Piensan que no pueden estar sin hacer nada ante la realidad del aborto porque tendremos que rendir cuentas un día de­lante de Dios no solamente por el mal realizado sino también por el bien que no hayamos he­cho. Además, "tenemos dere­cho a luchar por el mundo que queremos para nuestros hijos, dice Margarita, y por la socie­dad en la que queremos vivir".
Afirman que se ejerce vio­lencia contra una mujer acu­ciada por problemas de pare­ja, económicos, laborales... que se queda embarazada y a la se ofrece como única salida el aborto, porque se la inclina a tomar una decisión que segu­ro que no tomaría cuando se le ofrece ayuda.
Además cuentan que falta información, no se les enseña a las mujeres las ecografías de sus hijos cuando van a abortar, lo que sin duda haría que mu­cha gente se lo pensara mejor, y aportan datos. En Estados Unidos de cada 10 mujeres que piensan abortar y ven la ecografía de sus hijos, solamen­te  una aborta. Los abortorios son conscientes de ello y hacen lo que sea para no peder negocio, que en el fondo es de lo que se trata.
Anna dice que además de ofrecer una salida a las muje­res que acuden a abortar para que no lo hagan, mantienen su oferta de ayuda después de haber abortado. "Sabemos que la mujer después del aborto lo pasa mal. Existe el conocido síndrome post-aborto", dice Anna. En este sentido, Marga­rita asegura que cuando una mujer sufre el síndrome post­aborto, se le niega el derecho a estar enferma porque no se re­conoce y los síntomas son cla­ros: sueños recurrentes, miedo a estar sola, deseo que quedar­se nuevamente embarazada, promiscuidad sexual o autolesiones. "Me decía una vez un abuelo que en su familia no sa­bían por qué su hija, desde ha­cía tres años, estaba teniendo un comportamiento muy agre­sivo, destrozando muebles en casa, autolesionándose... no lo sabían. Ahora nos hemos ente­rado de que hace seis años ha­bía abortado y hace tres años algo le ha pasado que le ha he­cho sacar todo esto".
Historias espeluznantes

Preguntadas por lo que han visto a las puertas del abortorio, Mª José afirma que "sobre todo dolor. Hay algunas muje­res que no quieren entrar y son empujadas, como una chica de Montijo, que se resistía lloran­do y fue empujada adentro por su pareja, otras llevan un gesto muy agresivo, otras ni siquiera nos miran".
Por su parte Margarita asegu­ra que nunca olvidará "el caso de una chica alta, muy gua­pa que salió del abortorio con su pareja después de abortar. Iba sujetándose la tripa, como desorientada y caminó hacia la avenida Carolina Coronado. Tres o cuatro empleados del abortorio habían salido a fu­marse un cigarro y me sorpren­dió que se girasen para darle la espalda. Antes de llegar a la avenida se volvió, se echó a llo­rar sobre un contenedor de ba­sura... fue espeluznante, pero lo que me causó estupefacción fue como los del abortorio se giraban para darle la espalda constantemente y no verla, ni ayudarla; no le preguntaron si se encontraba mal o si podían ayudarle".
Anne recuerda la agresividad de muchos hombres, que pese a todo afirman que es la decisión de la mujer y no es cierto. Si en lugar de empujarlas a abortar, le dijeran "todo va a salir bien, yo te voy a apoyar, tu no te pre­ocupes... a lo mejor la mujer se­guiría adelante".
Las tres mujeres nos cuen­tan que en muchas ocasiones se ven salir ambulancias del centro porque se producen complicaciones en el aborto y las mujeres tienen que ser tras­ladadas a hospitales.
Cuando logran que una mu­jer se vuelva para atrás a las puertas del abortorio "nos da una alegría tremenda, nos abra­zamos, incluso lloramos y ellas también. Me acuerdo, destaca Mª José, de una chica de Cáceres que le dijo su madre ¿pero tú conoces a éstas? y ella res­pondió ¡no, pero me han ayu­dado a no abortar! Entonces nos abrazamos como si fuése­mos de la familia".
Concluyendo nuestra conver­sación Margarita enfatiza que "el aborto se ha ofrecido como una salida, y no lo es, es una puerta que tu atraviesas pero no vas a un sitio con más luz, vas a caer en un pozo. Yo ten­go escritas unas frases de una chica que abortó para dárselas a otras chicas que van a hacer­lo y dicen que no te quitas nin­gún peso de encima, al revés, te echas otro mayor. Cuando una mujer viene a abortar lleva una presión terrible, como si tuviese que soportar en sus hombros el peso de un camión, ¡terrible!, y en el momento que decide 'no voy a abortar es como si le cre­cieran alas: sonríe, se te abraza, te mira, es como si se le abriese el mundo. Yo no sé lo que pasa en su cabeza o en su corazón, pero algo maravilloso tiene que pasar".

La ayuda que nos ofrecieron fue el dinero para abortar

Los argumentos de los abortistas o de los pro-elec­cion parecen defender la salud de la mujer, la libertad de la mujer, pero si preguntamos a los protagonistas quizás nos sorprenderían sus respuestas. María y Pe­dro son una pareja joven que decidió abortar en su momento; aunque después, ya con el dinero en la mano y a pesar de que se habían desplazado 100 kiló­metros hasta Badajoz para hacerlo, encontraron una alternativa ayudados por las tres protagonistas de nuestra historia. En noviembre abrazarán a su hijo.
¿Cómo te sentías cuando ya habías decidido abortar? ¿Qué pasaba por tu cabeza?
Pedro: Pues ya te digo; eso supone intranquilidad, noches de insomnio... discusiones entre nosotros, muchos sentimientos y todos negativos.
María: Mala conciencia.
¿Cuál es el proceso que lleva a una familia nor­mal como vosotros, que ya tenéis otro hijo a con­templar el aborto como una opción?
Pedro: En ningún momento hemos querido abortar; esto ha sido una cosa deseada, lo que pasa que por las circunstancias del entorno y del trabajo.
¿No sientes el acto de decidir abortar como un acto de tu libertad?
Pedro: Si yo tuviera medios económicos ni se me pasaría por la cabeza. destrozarlo.
¿Nadie te ha ofrecido apoyo, ni las instituciones,Ayuntamiento, Asistencia Social...?
Pedro: La ayuda que nos ofrecieron fue el dinero para abortar. El único apoyo psicológico que hemos tenido fue encontrarnos cuando fuimos a abortar con tres personas en la puerta que me abrieron la posibi­lidad que no me hab ía abierto nadie, que era ayudar­me en lo que me hacía falta para seguir adelante.
¿Es lo que querías, sacar a tu hijo adelante?
Pedro: Naturalmente. Pero nadie nos apoyaba.
María: Con el primero sí que tuve ayuda y apoyo, pero con el segundo me han dicho "quítate eso de ahí, que solo te van a pasar desgracias con esa criatura".
¿Sientes que se han metido en tu vida para decir­te lo que tenías que hacer y lo que no?
Pedro: Esto viene por presiones externas a nosotros lo de plantearse abortar. Viendo la situación en la que estamos, ¿la gente qué te va a decir? ¡Quítatelo de en medio!, que es lo más fácil.
¿Nadie os ha hablado de los síntomas del síndro­me postaborto? Sueños recurrentes, tristeza, discu­siones, infravaloración personal?
Pedro: Nadie me ha hablado de esos síntomas pero los he estado yo viviendo mientras pensaba en abor­tarlo, no hace falta que nadie me lo cuente.
La salud de la mujer es uno de los argumentos de los abortistas pero te iban a intervenir con anes­tesia general sin haberte hecho ninguna prueba.
¿Les manifestas a los profesionales que te atienden tu desconfianza por este hecho?
María: ¡Claro, ni analíticas ni nada! Bueno me hicie­ron una ecografía pero no me la dejaron ver.
Pedro: Les planteamos la extrañeza, es decir: aquí el mismo día que venimos, sin ningún tipo de pruebas, la metes en quirófano directamente sin saber nada de ella, ni la cantidad de anestesia ni nada.
María: Que fuese sin comer y sin orinar una hora antes. Es lo único que nos dijeron.
¿No os dieron un presupuesto, algo por escrito?
Pedro: Presupuesto ninguno; una tarjeta de la clíni­ca y por detrás nos pusieron: 16 semanas. 630 euros; 17 semanas. 730 euros. Doce horas para la vacuna 70 euros, anestesia general ocho horas de ayuno to­tal, una hora sin orinar y pago en efectivo.
¿Cómo os sentís ahora? ¿Os alegráis de no haber abortado? ¿Tenéis mejores perspectivas?
María: Nos alegramos de no haber abortado pero seguimos teniendo miedo de cara al futuro. Ahora tenemos ilusión, el día que fuimos para allí íbamos como resignados. Por lo menos ahora tenemos algo que nos da fuerzas para seguir luchando. Eso es lo que encontramos en la puerta del abortorio cuando ya íbamos con el dinero en el bolsillo. Íbamos a lo que íbamos; pero gracias a Dios en la puerta nos pa­raron y hablamos. M.C

Publicado por Archidiócesis de Badajoz, España