La autora ofrece su visión como militante 'pro vida' de las secuelas que el aborto puede tener en las mujeres que se someten a tal práctica
Desde que se liberalizó el aborto en Estados Unidos, el movimiento pro-vida crece a ojos vista en fuerza, en vigor y en influencia.
Cargados de creatividad, los pro-vida estamos lanzando nuevas y originales campañas para reducir y si pudiera ser eliminar el número de abortos provocados.
En mi experiencia personal -llevo más de 35 años dedicada a la asistencia psiquiátrica, tanto en centros públicos como privados- son innumerables las mujeres que me han contado los trastornos que sufren después del aborto: depresiones, pesadillas, pensamiento suicidio y sentimientos de culpabilidad. En resumen, todas dan al final el mismo mensaje: «El aborto no solucionó nuestros problemas, sencillamente creó otros».
Las mujeres que han abortado suelen quejarse del poco apoyo que reciben en las clínicas abortistas una vez que han puesto fin a su embarazo.
La situación se agrava en el caso de que la afectada acuse síntomas de sufrir un síndrome post-aborto. Es curioso que quienes se preocupan entonces de la mujer son los grupos pro-vida.
El profesor David C. Reardon, director del Instituto Elliot (Illinois) -reconocida autoridad mundial en este campo-, se dedica desde hace más de veinte años a probar científicamente como el síndrome post-aborto (SPA) es una realidad y dirige todo tu esfuerzo a investigar y difundir qué hay detrás del aborto provocado, cuales son sus causas y, sobre todo, sus consecuencias en la mujer. Sus investigaciones señalan que es un trauma psicológico -muchas veces irreversible- que siempre es doloroso para la mujer y más 'devastador' de lo hace unos años se pensaba.
Las cifras que señala el informe elaborado por el Instituto Elliot, tras varios estudios sociológicos muestran como:
- El 84% declara no haber recibido un asesoramiento adecuado.
- El 79% no habían sido informadas de posibles alternativas.
- Las mujeres que abortan tienen un 65% más de riesgo de desarrollar una depresión clínica que las mujeres que dan a luz.
- El 65% sufren múltiples síntomas propios del síndrome de estrés postraumático tras el aborto ( lo que conocemos como "síndrome post-aborto").
- El consumo de drogas es 2-2,5 veces superior entre las adolescentes que han abortado que entre las que han dado a luz tras un embarazo imprevisto.
- El 60% declara «parte de mí murió», según una investigación con mujeres que habían abortado.
- La incidencia del suicidio es 6-7 veces mayor que la de las mujeres que dan a luz.
En resumen, mientras el 90% de las mujeres que han abortado aseguran que no tuvieron suficiente información, 83% reconoce que habrían continuado con su embarazo si hubieran recibido apoyo
Adopcion Espiritual
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