La prestigiosa revista científica Circulation publica en abril un estudio que hace pensar, reconsiderar una vez más y poner sobre el tapete, las consecuencias de forzar una fecundación y de manipular los embriones en el laboratorio en sus primeros días de vida, cuando son particularmente vulnerables a las perturbaciones externas. Esta es una información que debe estar disponible para quienes acuden en busca de asistencia a su infertilidad.
Hace al menos 15 años que sabemos que los niños generados in vitro tienen peor salud que los engendrados naturalmente. Solo llegan a nacer el 15% a 30% de los embriones generados en un ciclo estándar de FIV, que conlleva: estimulación ovárica, manipulación de los gametos, fecundación forzada, cultivo del embrión y transferencia al útero materno para su implantación y poder así continuar el desarrollo. Es decir, la técnica es sumamente agresiva. De hecho, las pruebas con animales fértiles han mostrado que las crías generadas in vitro presentan alteraciones graves
Diversos análisis clínicos, y con gran número de niños examinados, han puesto de manifiesto un aumento de entre un 20% a 30% en el riesgo de malformaciones. Habitualmente los centros de FIV aseguran que la peor salud es debida a las mismas dificultades que hacen a los progenitores infecundos o estériles. En algunos problemas neurológicos de los hijos influye el estado de los óvulos y espermios de sus padres, la edad, etc. Por ejemplo el Autismo se correlaciona con la edad de los padres y ha aumentado en los generados in vitro tanto el Síndrome de Angelman (retraso del desarrollo neurológico severo del lenguaje, convulsiones y ataxia) como el síndrome de Beckwith-Wiedemann (con un crecimiento excesivo prenatal, defectos de la pared abdominal como hernia umbilical, y anomalías en el oído externo, entre otras). Y también algunos tipos de tumores infantiles.
De forma indudable se conoce que con frecuencia son de bajo peso y esto se vincula, a largo plazo, con el riesgo de problemas cardiovasculares. En este estudio, firmado en primer lugar por el suizo Urs Scherrer, se describe la incidencia de niños de entre 8 y 18 años (una media de 12 años), concebidos por las técnicas de FIV, de disfunción vascular generalizada con las características estructurales y funcionales que se vinculan a un mayor riesgo de eventos cardiovasculares en la edad adulta.
Estos investigadores se preguntan por las técnicas mismas ¿Puede la exposición a un ambiente ajeno al cuerpo de la madre, en un tiempo tan temprano en la vida, alterar, de hecho, el riesgo vascular?
Para ello han tomado como controles de los 65 estudiados generados in vitro, a hermanos de ellos engendrados naturalmente y otros engendrados también después de que la madre tuviera un tratamiento de estimulación ovárica, que es indispensable en la fecundación in vitro. Los investigadores afirman, por tanto, que este problema no parece estar relacionado con factores de los padres, sino que está sujeto al procedimiento en sí.
Para más información sobre los efectos en el embrión de la ausencia de comunicación intercelular y molecular en el útero materno lea: Carencias de la comunicación biológica en las técnicas de reproducción asistida
No hay comentarios:
Publicar un comentario