16 noviembre 2008

No hay crisis para la adopción


POR M. J. PÉREZ-BARCO

MADRID. La crisis económica no se ha dejado sentir en uno de los fenómenos que ha tenido más calado en la sociedad durante la última década: el gran éxito de las adopciones internacionales sigue vigente y, además, permanece ajeno a la actual recesión. Ni el número de solicitudes para adoptar ha descendido (más de 11.000 por año) ni se han detenido los procesos ya iniciados por falta de recursos económicos. Sin duda, las familias españolas han sido suficientemente previsoras a la hora de iniciar los trámites y saben afrontar los gastos que supone prohijar un niño extranjero ante los tiempos de desaceleración que corren.

Nunca faltan ganas, mucho menos interés, ni existen obstáculos ante el deseo de criar un niño en el seno de una familia. Por eso, los adoptantes «se enfrentan a cualquier situación que les pueda sobrevenir, ya sea económica o de cualquier otra índole», como explica Mónica Escoda, trabajadora social de Feyda, una de las Entidades Colaboradoras de Adopción Internacional (Ecai), que opera en Etiopía y Bolivia.

Las preocupaciones

Los gastos que generan estos procesos no figuran entre las principales preocupaciones de las familias, según diversas Ecai consultadas por ABC. «El dinero se saca a veces de debajo de las piedras -dice Escoda-, o las familias lo tienen ahorrado o lo van ahorrando a lo largo del proceso de adopción. Hasta el momento no se ha presentado ningún caso que tenga que solicitar un préstamo por falta de recursos. Les preocupa mucho más conocer la situación del menor que les ha sido asignado o el tiempo de espera para adoptar».

Para las familias, la llegada de un hijo no tiene precio. Los gastos derivados de un proceso de este tipo pueden oscilar entre los 10.000 y 18.000 euros de los países más caros. Los padres invierten esas cantidades en viajar a miles de kilómetros en busca del niño; en vivir en el país de origen del pequeño hasta conseguir la sentencia firme de adopción; en la contratación de intérpretes, traductores y otros profesionales que se ocupan de tramitar la documentación exigida... Y a la hora de afrontar los gastos, «las familias los asumen. Ni siquiera comentan que sufran problemas económicos. Como padres están deseando que llegue el momento de gastar el dinero en la llegada de su hijo», apunta el presidente de la Federación de Asociaciones de Adopción Internacional (Adecop), Miguel Góngora, cuya organización tampoco ha detectado que la recesión afecte de alguna manera a estos procesos.

«Lo que sí se tiene en cuenta antes de comenzar los expedientes -prosigue- son los costes según el país de origen del niño. Algunos eligen regiones con gastos menos elevados». Pero ya se decanten por uno u otro lugar de procedencia, todos cumplen rigurosamente con los pagos.

Perfil de las familias

Aunque el perfil de las familias que se deciden por la adopción se ha diversificado en los últimos años -«se ha popularizado», como matizan desde Feyda- , todo hace pensar que disponen de una capacidad económica que ha amortiguado los posibles efectos negativos de la crisis. De hecho, las comunidades autónomas avalan que disponen de recursos suficientes a través del certificado de idoneidad. «No se pide que tengan recursos por encima de la media, pero sí los medios precisos para satisfacer las necesidades del menor. Por tanto, nunca existirá una familia que presente una situación económica desprotegida o vulnerable», explica Escoda.

Suele tratarse, sobre todo, de matrimonios con hijos, a veces mujeres solteras, entre 30 y 45 años, con una estabilidad económica afianzada y un nivel de estudios medio o universitario, estima la Consejería de Familia de la Comunidad de Madrid. «La mayoría ha sufrido varios procesos de fecundación sin éxito, por eso acuden a la adopción», dice Góngora.

Si hay una razón por la que se frena la concesión de niños desde 2005 -es decir, antes de la desaceleración económica- son los vaivenes a los que están sometidos los procesos. Constituir una adopción internacional suele tardar entre dos y tres años, un plazo muy dilatado como para no verse afectado por los cambios que se producen en los países de procedencia de los críos. De hecho, muchos de ellos han endurecido los requisitos para que los extranjeros adopten y han puesto en marcha políticas más protectoras con su infancia.

Por ejemplo, China, el país preferido por los españoles, exige que el padre o la madre tenga un trabajo estable y que los ingresos anuales por cada miembro de la familia superen los 7.600 euros. Sólo permite la adopción a matrimonios. En Rusia, las parejas de hecho no son aptas en su legislación para prohijar un menor. Y exige que el solicitante disponga en propiedad de una vivienda. Colombia, en cambio, ha optado por desarrollar iniciativas de apoyo a las familias más desfavorecidas, lo que ha repercutido en que sean abandonados menos niños y, en consecuencia, en que descienda el número de adopciones.

Nepal abre sus puertas

Para muchas familias la opción ha llegado esta semana a través de Nepal. Este país, que había dejado de aceptar solicitudes desde mayo de 2007, tras una intensa ola de críticas tanto en Nepal como en el extranjero por la falta de transparencia y fraudes en el proceso, volverá a reactivar la adopción internacional a partir del próximo mes de enero.


Samuel, «lo que Dios quiera»

Samuel significa en amharico, uno de las lenguas de Etiopía, «lo que Dios quiera». Fue entregado con seis meses a sus padres, Rafa y Raquel, que conservaron el nombre que le puso su familia biológica. Era uno de los pequeños más queridos en el orfanato donde vivió, según cuenta su madre. «Los niños de tres años me lo quitaban de los brazos para besarle». A sus 14 meses, Samuel (en la imagen) «transmite felicidad y es muy cariñoso», dicen sus padres.



Adopcion Espiritual

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