C. G. Mónica López Barahona y José Carlos Abellán se muestran partidarios de aplicar la propuesta lanzada recientemente por el Partido Popular para permitir la adopción antes del nacimiento, con el fin de evitar abortos.
- ¿Cuál es su posición sobre la reforma de la Ley del Aborto?
-Mónica: No se está escuchando la voz de la ciencia: existe vida humana desde que el espermatozoide fecunda un óvulo. Independientemente del color político o ideológico del cristal con que se mire, es un dato objetivo e irrefutable. El Comité Nacional de Bioética acepta este dato, pero al tiempo entiende que esa vida es disponible. Hay un dato que me llama poderosamente la atención. España es, junto con Estados Unidos el segundo país que tiene una demanda de adopción más alta, y esto va de la mano de un índice de natalidad muy bajo y de un incremento del número de abortos desde que se aprobaron los presupuestos despenalizadores que hoy están vigentes. Hay un dato impresionante: con los abortos que se producen en España en quince días, según las cifras oficiales 4.200, se podría cubrir la demanda de adopción internacional de un año en nuestro país.
-¿Qué tienen que ver abortos y adopciones?
-Mónica: Sería verdaderamente deseable que se hiciera el ejercicio de tratar de casar estas cifras y dar a la mujer la posibilidad de ejercer su libertad. Porque la libertad es la capacidad de elegir. Si a una mujer embarazada no se le aportan los medios económicos, sociales y de apoyo necesarios para que ese embarazo en situación de riesgo que no tiene por que ser fisiológico, sino social o económico se pueda desarrollar cuando no se le aporta esa alternativa, cuando no se le garantiza esa adopción inmediata, incluso esa adopción prenatal como se está preconizando ahora siguiendo el modelo americano.
-La propuesta del PP ha abierto el debate político en ese sentido. Y por lo que parece, usted está de acuerdo con la idea.
-Mónica: En Estados Unidos se lleva haciendo desde hace tiempo con éxito. Yo soy favorable a esta idea y promotora absoluta. Independientemente de cómo se haya producido el embarazo, a una madre nada le puede repugnar más que la idea de acabar con el niño de una forma violenta. Hay dos víctimas: la primera es la que se busca, el niño que se está gestando, pero la segunda es la madre. La mujer que se somete a una práctica abortiva sabe que entra en la dinámica de contar con muchas posibilidades de tener un síndrome post aborto, vivir con esa carga durante toda su vida, y posiblemente no perdonarse ella a sí misma lo que ocurrió. En esa situación la mujer precisa apoyo de todo tipo.
-¿Qué fórmula propone?
-Mónica: A una mujer se le puede decir, «tú te has quedado embarazada en estas circunstancias y no tienes las posibilidades económicas y sociales para llevarlo adelante». O se le puede decir: «Mira, tienes este lugar donde puedes vivir, tienes estos medios económicos con los que se te va a alimentar, a mantener y procurar una vida digna durante el tiempo que dure tu gestación. Y desde hoy tienes ya una familia de destino para el hijo que estás gestando».
-Esta fórmula, ¿no puede plantear incluso problemas jurídicos? Porque la mujer embarazada seguirá siendo la madre biológica.
-Mónica: Por supuesto. Y tiene todo el derecho a decidir seguir ejerciendo como madre de ese hijo durante el resto de su vida una vez nazca. Pero que creo que en estas circunstancias en las que una mujer se está planteando acabar con la vida de su hijo, la garantía de continuidad de esa vida en el seno de una familia que lo pueda acoger y garantizarle una vida digna y un desarrollo pleno lo único que hacen es apoyar a la madre para continuar con su gestación adelante durante las treinta y tantas semanas que restan, y vivir con la paz y la tranquilidad de que a su hijo le ha procurado lo mejor.
-¿Qué opina el jurista?
- José Carlos: Yo veo un conflicto jurídico y la necesidad de una reflexión social, pero no en ese aspecto. El Tribunal Constitucional en su famosa sentencia de 1985 estableció que en el caso del aborto procurado, el voluntario, se estaba ante un conflicto ante dos bienes jurídicos, el de autonomía de la mujer y la vida del no nacido, «nasciturus», que había que jerarquizar. Pero ya el mismo Tribunal, en 1985 y sentencias subsiguientes, ha reiterado la obligación de las administraciones públicas de garantizar la vida prenatal como bien jurídico digno de protección, en ningún caso el derecho prevalente de la madre podía significar la desconsideración absoluta a la vida del «nasciturus». Desde este planteamiento lo que la actual reforma de la Ley del Aborto voluntario plantea es la conversión de un delito despenalizado en un pretendido derecho. Y eso jurídicamente es muy difícil de sostener y constitucionalmente va a ser difícilmente aceptable.
La directora de la Cátedra de Bioética «Jerôme Lejeune» de la Universidad «Rey Juan Carlos» de Madrid, abrió ayer las Jornadas Saludables de Otoño de la Fundación Científica Caja Rural de Zamora. Presentó el libro «Los códigos de la vida», junto al jurista José Carlos Abellán, miembro de la misma cátedra y coautor de la obra. Se trata de una «obra de lectura ágil, corta, divulgativa pero rigurosa desde el punto de vista científico, ético y jurídico». Se trata de «dar un argumentario fiel al dato objetivo que ofrece la ciencia sobre los problemas bioéticos que está enfrentando la sociedad actual: embrión humano, aborto, investigación con células madre, clonación, eutanasia o cuidados paliativos.
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