30 julio 2010

Juan Manuel de Prada asegura que el aborto lo han fomentado tanto la izquierda como la derecha


El escritor y periodista Juan Manuel de Prada participó ayer en el Curso de Verano de la Fundación de la Universidad Rey Juan Carlos ´El inmenso valor de la vida´, donde aseguró que el aborto “no es un tema ideológico” y que “lo han fomentado tanto la izquierda como la derecha”.

“La derecha no está criticando tanto la Ley del aborto. Se queda con el calzón puesto para hacerse la modosita, pero en el fondo hace mucho tiempo que aceptó los presupuestos ideológicos de la izquierda”, afirmó Juan Manuel de Prada en el Curso de Verano de la Fundación de la Universidad Rey juan Carlos ´El Inmenso valor de la vida´.

En este sentido, destacó que la “vida es un bien que hay que proteger” y calificó de “lamentable” que “los crímenes sean considerados derechos”. Además, criticó con dureza el hecho de que, según algunas denuncias, los médicos no puedan adherirse a la objeción de conciencia a la hora de practicarlo.

En otro sentido, el periodista y escritor consideró que la educación sexual es una “cosa absurda, porque no la necesitaron ni padres, ni abuelos, ni Adán, ni Eva. Pero ahora de repente la necesitamos todos”. Es su opinión los padres deberían ser los encargados de ella. “La educación sexual es una maniobra encubierta de corrupción de menores”, dijo.

Juan Manuel de Prada asistió a una mesa redonda titulada ´El respeto a la vida humana, clave para cuidar el planeta´ y habló sobre la “contradicción insalvable que hace que al mismo tiempo que las personas despreciemos la vida humana, estemos muy preocupados por proteger la vida y la naturaleza”.



Presentación de la primera Guía de Objeción de Conciencia Sanitaria al aborto


El CJTM, ANDOC, DAV y HO han presentado la primera Guía de Objeción de Conciencia Sanitaria al aborto para defender al personal sanitario, recordando que es un derecho constitucional y una obligación deontológica, y propugnando su ampliación a la realización del diagnóstico prenatal


REDACCIÓN HO.- La delegación de Derecho Sanitario del Centro Jurídico Tomás Moro, junto a la Asociación Nacional para la Defensa de la Objeción de Conciencia (ANDOC), Derecho a Vivir y HazteOir.org, han presentado esta mañana en nuestra sede en Madrid la primera Guía de Objeción de Conciencia Sanitaria al aborto, con el objetivo de defender el derecho de todo el personal sanitario.

Esta Guía se presentan tras las numerosas consultas atendidas sobre la objeción de conciencia sanitaria a raíz de la Ley Aído, y en medio de las trabas que algunas Comunidades Autónomas están poniendo a los profesionales sanitarios que en conciencia se niegan a colaborar en la matanza de decenas de miles de seres humanos, que han incrementado la preocupación de los médicos, enfermeros, anestesistas, trabajadores sociales y administrativos (entre otros profesionales del ámbito sanitario) por su libertad de conciencia.


Las tres grandes víctimas del aborto son el niño no nacido, la madre sobre la que se ejercita una nueva clase de violencia institucionalizada, y el servicio médico que se ve forzado legalmente a colaborar en la consecución de la muerte de miles de seres humanos inocentes.

La objeción se notifica, no se concede: frente a las ‘listas negras’

Todo el personal susceptible de participar en un aborto puede objetar. Basta con dejar constancia al gestor del centro de trabajo, la administración no tiene por qué tener lista de objetores. Así lo señalaba el presidente del CJTM, Javier Pérez Roldán, en la rueda de prensa ofrecida durante la presentación de la Guía:

“No hay ningún interés público en saber quién objeta. El único, además del objetor, que tiene interés en saber la objeción además del objetor es quien está llamado o mandado a revisar el servicio. Fuera de eso, sacarlo de ese ámbito, es querer establecer una ‘lista negra’ de personas a las que poder incordiar, no promocionarlas laboralmente… Eso es lo que entendemos que se está buscando con la creación, como en Castilla-La Mancha, de esos registros públicos”.

También se puede objetar a entregar los “sobres informativos” en los centros de atención primaria si el sujeto entiende que los datos que contiene son tendenciosos o van contra su conciencia.

La ley viola el derecho constitucional a la objeción

La Ley Orgánica 2/2010, sólo reconoce el derecho a la objeción de conciencia a los profesionales sanitarios directamente implicados en el aborto y por lo que respecta a estos profesionales, en su art. 19.2 establece que dicha objeción de conciencia tiene que manifestarse anticipadamente y por escrito, obligando precisamente al objetor a declarar implícitamente sobre su ideología, religión o creencia, condicionándose dicha objeción al no impedimento por la misma al acceso y calidad asistencial de la madre que pide abortar.

Dicha regulación atenta a la propio jurisprudencia del Tribunal Constitucional, que ya en la STC 53/1985, en su fundamento jurídico 14, cuando se le planteó la posible inconstitucionalidad de la ley que despenalizaba determinados supuestos de aborto por no contemplar la regulación de la objeción de conciencia de los médicos y demás personal sanitario, se pronunció de forma categórica acerca de la posibilidad de ejercer la objeción de conciencia por parte del personal sanitario a quien pudiera corresponder practicar un aborto, aunque la ley no dijera nada al respecto.

Es decir, las restricciones de la nueva legislación, en cuanto a los sujetos objetantes, y en cuanto a las condiciones y extensión de la objeción de conciencia, suponen un claro quebrantamiento de los artículos 16 y 18 de la Constitución Española.

Además, en la presentación de la Guía se ha propugnado la ampliación de la objeción a la realización del diagnóstico prenatal. Y es que es evidente que para poder realizar el aborto eugenésico regulado en la ley, se necesita de un previo informe, es decir, de un diagnóstico prenatal, sin embargo, no se regula la objeción de conciencia del personal que realiza tal práctica y que en principio parece no ser alcanzado por la objeción del personal que interviene directamente.

Pues bien, no es posible un aborto eugenésico sin un dictamen prenatal previo que transforma al médico que participa en el diagnóstico en cooperante necesario de los abortos eugenésicos que se materialicen. Como recuerda Pérez- Roldán “la propia OMS critica un sistema de diagnóstico prenatal sin la posibilidad de proporciones “opciones reproductivas” y reconoce la posibilidad de que los médicos que se oponen al aborto no participen en los programas de diagnóstico prenatal.”

El informe del Consejo de Estado ante la nueva ley de aborto, ya alertaba sobre la vinculación entre diagnostico prenatal y aborto eugenésico, recordando que tal causa de aborto es contraria al ordenamiento jurídico internacional suscrito por España, por constituir una discriminación por motivos de salud. Así pues, el diagnóstico prenatal utilizado para detectar anomalías con objeto de producir el aborto es contrario al ordenamiento jurídico internacional y las declaraciones del Consejo de Europa (Comité de ministros N/90 del 13al 21/6/1990) o del Comité Internacional de Bioética de la UNESCO (Informe 29/08/1994).

Es más, los programas de diagnóstico prenatal que contemplan como utilidad acabar con la vida del ser humano embriofetal enfermo son contrarios al código deontológico de la profesión médica. El 27.3 de dicho Código indica que “El médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa por parte de éste”. Otra norma, recogida en el artículo 24.1 del vigente Código de Ética y Deontología Médica, establece que “al ser humano embriofetal enfermo se le debe tratar de acuerdo con las mismas directrices éticas, incluido el consentimiento informado de los progenitores, que se aplican a los demás pacientes”. El artículo 26.1 del mismo Código reconoce que “el médico tiene el derecho a negarse por razones de conciencia (…) a interrumpir un embarazo”.

El médico que desee ajustarse a su código deontológico debe tratar al ser embriofetal enfermo con los mismos criterios éticos que a cualquier otro paciente y eso incluye no someterlo a pruebas que puedan someter al paciente a un riesgo directo de muerte, o que estén diseñadas para que acabar con su vida sea una opción, ni atender a la solicitud de que se acabe con su vida.

Por ello los impulsores de esta Guía quieren dar su apoyo al amplio colectivo médico que con la entrada en vigor de la L.O. 2/2010 ve violado su derecho fundamental a la objeción de conciencia, y manifiestan su apoyo total e incondicional a todos los facultativos que quieran objetar, a la vez que advierten que permanecerá vigilante al cumplimiento de la ley, y denunciarán todas las irregularidades que se produzcan en el cumplimiento de la misma, afecten estas a las diversas administraciones públicas, a los clínicas abortivas, o a los médicos que intervengan de forma ilegal en la práctica de abortos.

De igual forma, estos colectivos instan al personal sanitario adscrito a la Sanidad Pública a defender de forma activa el derecho a la vida, recordando que ninguna ley prohíbe informar a la mujer gestante de la existencia de multitud de fundaciones, asociaciones, e instituciones que están dispuestas a ayudarla en su maternidad, y se les insta a entregar a la mujer información sobre las consecuencias físicas y psíquicas del aborto o ecografías o fotografías que reflejen el desarrollo embrionario o fetal, independientemente de lo que digan las leyes, que sólo establecen un mínimo de información.

La defensa de la vida no sólo es una obligación del Estado y de las instituciones públicas, también es un compromiso de todos los ciudadanos.

De igual forma, el CJTM ha creado un grupo de trabajo experto en derecho sanitario con un doble objetivo: asesorar a los colegios profesionales, y a los profesionales sanitarios sobre su derecho a la objeción de conciencia/ciencia; y asesorar y defender a todas las mujeres víctimas de la violencia abortiva que padezcan un síndrome posaborto, mediante la reclamación de indemnizaciones de daños y perjuicios a las clínicas abortivas y a la administración sanitaria.



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20 julio 2010

Lo peor no es el embarazo

Cuenta Pam Stenzel en sus charlas que las jovencitas se acercan aterradas a su consulta para hacerse el test de embarazo, y que cuando reciben la noticia de que la prueba es negativa la expresión de su cara refleja el ENORME ALIVIO que sienten, se consideran salvadas:

- “¡Uf! -dicen- ya me puedo ir tranquila.

- Un momento señorita. ¿Ya te has hecho la prueba de HTB, verrugas geniales, sífilis, gonorrea, clamidia, tricomona, vulvadena, uretritis, hepatitis B, SIDA, herpes, etc.?

- ¿Yo?, ¿necesito pruebas de eso?”

Las jóvenes tienen cuatro veces más posibilidades de contraer alguna enfermedad de trasmisión sexual que de quedarse embarazadas ¿Porqué razón el embarazo es lo único que les preocupa? El embarazo no es una enfermedad –se lo dice una madre que vive cada día la ilusión de saber cómo crece y se desarrolla su hija de 27 semanas-. No es lo peor que puede ocurrir cuando se tienen relaciones sexuales. Muchas jóvenes se levantaron esta mañana pensando: “no me va a pasar a mí, eso solo sucede en las grandes ciudades, pero no donde yo vivo”, y hoy habrán contraído una enfermedad de transmisión sexual.

En los años sesenta se conocían y trataban 5 enfermedades de transmisión sexual; en la actualidad hay más de 50 enfermedades, de las cuales más de 25 son muy frecuentes entre los jóvenes y el 30% de ella son completamente incurables.

Llegará el momento en que estén listos para casarse, habrán encontrado al chico/a que aman y con quien desean pasar el resto de sus vidas. Se dispondrán a entregar el anillo de compromiso, mirarán a los ojos a su novia/o y le dirán:

- “Cásate conmigo. Por cierto, tengo verrugas genitales. Se te contagiarán y nos darán tratamiento a los dos por el resto de nuestras vidas, probablemente acabarás con histerectomía radical, cáncer cervical y tal vez te mueras, pero cásate conmigo

- ¡Que bien!, gracias por compartirlo siquiera antes de la boda”

Todas las enfermedades de transmisión sexual son enfermedades con consecuencias muy serias. La clamidia, por ejemplo, es la enfermedad de transmisión sexual más común entre los adolescentes hoy día. Unos 4.000 adolescentes la contraen cada 24 horas. Es una bacteria, no un virus, por lo tanto se puede tratar con antibióticos. El problema es éste: más del 80% de los jóvenes que tienen la enfermedad no presentan síntomas. ¡No se puede tratar una enfermedad que no se sabe que se tiene! Hay miles de adolescentes manteniendo relaciones sexuales y diciendo “estoy bien, no padezco ninguna enfermedad, ni conozco a nadie que tenga una”. ¡Ni se imaginan que ya la han contraído y la están contagiando!

Chicas, escuchad esto: contraed clamidia una sola vez, y tendréis entre un 20% y un 25% de posibilidades de ser estériles el resto de vuestras vidas. Contraedla dos veces, y las probabilidades aumentan hasta un 50%. Si la contraéis por tercera vez, es probable que jamás podáis tener hijos. Hay mujeres con 20 ó 30 años que dicen: “quiero tener un hijo, lo he intentado, pero no logro quedar embarazada”, y van a un especialista, las revisa y dice:

- “Hay tejidos con cicatrices en la trompa de Falopio, los ovarios y el útero; tiene inflamación pélvica, alguna vez se hizo un aborto o tuvo clamidia.

- ¿Que tuve qué? ¿Tuve una enfermedad de transmisión sexual sin enterarme?”

Es demasiado tarde. ¡Demasiado tarde!

Relata Pam Stenzel que conoció a una pareja que no podía tener hijos y quiso adoptar uno. Después de esperar mucho tiempo les avisaron diciendo que había un bebé para ellos: una madre adolescente acababa de dar a luz y deseaba entregar su hijo en adopción para procurarle una vida mejor. Fueron al hospital, recogieron al niño y se lo llevaron a casa. Al día siguiente la niña no comía y estaba letárgica. La madre adoptiva pensó que como era primeriza no sabía atender bien a su hijita. Así que llamó al pediatra, que le pidió que la llevara a su consulta al día siguiente. Una vez allí, mientras rellenaban el parte, la niña comenzó a echar espuma por la boquita y dejó de respirar. La ingresaron de urgencias y murió dos horas más tarde. Tenía herpes. Su madre biológica se lo había contagiado. Era una chica de 14 años que quiso asistir al funeral. Se sentó junto a la madre adoptiva y le dijo llorando: “salí un viernes para acudir a un partido de fútbol. Un chico me llevó a un lugar apartado y mi vida ya nunca será igual”. Cuando la madre adoptiva relataba esto, le decía a Pam: “no dejes que la muerte de mi hija haya sido en vano”.

¿Cuántas relaciones sexuales hacen falta para infectarse? Una. Os dirán que utilicéis preservativo, que esto hace seguro el sexo, que ni siquiera tenéis que haceros las pruebas porque estáis protegidos. ¡Hemos perdido la cabeza! Muchachos: ¡no es seguro! Nunca lo ha sido y nunca lo será. Usar preservativo no equivale a sexo seguro.







17 julio 2010

Violada por su padrastro, y después por un novio, que la dejó embarazada.

Una madre que fue más fuerte que todo el odio del mundo

«Sí, ¡valió la pena!»

El chico se desentendió; su familia también, y se vio durmiendo en la calle... Las penas se le quitaron al ver a su hija. Quiso para ella otra clase de vida, sin mezquindades, y cuando la niña cumplió los tres años, se la llevó consigo a África, voluntaria en una ONG. Es hoy una feliz abuela. «Cuando echo la vista atrás y recuerdo mi pasado, no me queda ni tristeza ni rencor en el corazón. Cuando te entregas a los demás y sanas sus heridas, las tuyas también se sanan». No hay odio en el mundo que pueda con el impresionante testimonio de esta mujer...


La hija y la nieta de quien da este testimonio, en una fiesta de cumpleaños de la pequeña

Soy una asidua lectora de Alfa y Omega. Vivo en Madrid y tengo 56 años. De un tiempo a esta parte veo que están tratando el tema del aborto y son unos de los artículos que más me impresionan por los testimonios que allí se reflejan. Creo que, por la solidaridad hacia aquellas personas que se encuentran ante la encrucijada de decidir qué hacer ante un embarazo no deseado, debo contar con mi experiencia.

A mis diez años, sufrí abusos sexuales por parte de mi padrastro. A partir de este momento, no consentía que ninguna persona del sexo opuesto me tocara, e incluso se me erizaban todos los pelos del cuerpo cuando tenía a hombres cerca. Yo pensaba que, cuando el amor llamara a mi puerta, se me pasaría esta fobia, pero no fue así.

A los veintidós años me enamoré de un chico y nos hicimos novios, pero yo no me dejaba besar ni tocar. Entonces un día, harto de mi resistencia, me tomó por la fuerza y me violó mientras me decía: «Lo que no me quieres dar por las buenas, lo tomo yo por las malas». ¡Me sentí tan sucia, tan traicionada, tan desesperada...! Parecía como si yo no tuviese valor a los ojos de nadie, como si fuera un objeto de uso y disfrute, sin alma. Y lo peor de todo es que me culpabilizaba de todo lo ocurrido por haber hecho resistencia.

Poco después descubrí que estaba embarazada. Fue un golpe tremendo para mí, pues aún seguía muy traumatizada por lo que me pasó. Le di la noticia al padre de la criatura y la única respuesta que obtuve fue: «Pues aborta».

Yo no estaba dispuesta a matar a una criatura inocente por muy mala que hubiera sido mi experiencia y decidí que lucharía por ella costase lo que costase. Su padre se desentendió del problema y se marchó a Francia para acabar sus estudios. Yo dejé los míos, mis amistades y la ciudad donde vivía y volví a Madrid.

Aquí me encontré con el rechazo de mi familia al completo. No querían enfrentarse al qué dirán de la sociedad. No les importó que hubiese sido víctima de una violación. No intentaron sanar mis heridas (las del alma). Sólo se preocuparon de alejarme de su vida para que no empañara su buen nombre.

Fui llamando de puerta en puerta a las casas de mis amigas de infancia, pero los prejuicios de sus padres me las cerraron. Busqué trabajo, pero en cuanto se percataban de mi estado, me despedían. También me echaron de la pensión para chicas donde fui a vivir por la misma razón que los demás. Así me encontré durmiendo en un banco de la calle, y sin tener ni siquiera un pedazo de pan que llevarme a la boca. Pero no desesperé. Yo confiaba en el Amor de mi Padre Dios y me repetía una y otra vez: «El Señor es mi pastor, nada me faltará, aunque ande por valles de sombra de muerte no temeré ningún mal, porque Tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me sostienen».

¡Se hizo la luz!

¡Y por fin se hizo la luz! La hermana casada de una amiga me acogió en su casa (ella no tenía prejuicios). Una chica que vivía en la pensión donde estuve un tiempo viviendo me llevó a trabajar con ella; y así, poco a poco, me fui recuperando.

A medida que se iba acercando el momento del alumbramiento, me acechaban más y más temores. Pensaba: ¿Nacerá sana? ¿En qué medida le habrá afectado tanta necesidad? ¿Cómo será mi vida con un bebé en los brazos habiendo sufrido tanto rechazo cuando aún lo llevaba dentro? ¿Podré sacarlo adelante?

Cuando nació mi niña, tan sana y bonita, se me olvidaron todas las penas y calamidades por las que pasé, aunque era consciente de que aún me quedaban muchas cosas por pasar. Viendo cómo me trató la sociedad civilizada, no me resigné a vivir una vida egoísta y monótona. Mientras trabajaba y cuidaba de mi bebé, retomé los estudios, entré en una ONG y, cuando mi niña cumplió los tres añitos, me fui con ella de voluntaria a África.

Yo me realicé como persona, y ella creció sana, alegre y generosa. Cuando volvimos a Europa, estudió enfermería y ahora se dedica a sanar y reconfortar enfermos. Se casó felizmente, y me ha dado una nietecita preciosa que ya tiene ocho años.

Cuando echo la vista atrás y recuerdo mi pasado, no me queda ni tristeza ni rencor en el corazón. Cuando te entregas a los demás y sanas sus heridas, las tuyas también se sanan. Pero, sobre todo, pude superar todo lo que me pasó, porque sentí que el Señor fue realmente mi (nuestro) Pastor. Me agarré a Él y no le solté.

Si después de haber leído mi testimonio alguien se queda aún con la duda, yo le digo con el corazón en la mano: Sí, ¡valió la pena!

15 julio 2010

Un hombre en coma parpadeó justo cuando iba a ser desconectado

Había manifestado en su «testamento» la voluntad de que lo desconectaran

Un paciente británico totalmente paralizado tras un accidente de moto y en estado de coma logró en el último momento, gracias a un parpadeo, que no le retirasen la máquina que le mantenía con vida. Antes de sufrir su accidente, Richard Rudd, de 43 años y con dos hijas adolescentes, había dicho que si alguna vez le ocurría algo así no querría seguir vivo por lo que su familia, desesperada, no sabía qué hacer.

Finalmente su padre decidió dar permiso a los médicos del hospital de Addenbrooke, en el condado de Cambridgeshire, para que desconectaran la máquina, tal y como relató éste en un programa especial de la BBC emitido la pasada noche. En el último momento, sin embargo, los médicos se percataron de que el paciente, que hasta aquel momento no había respondido a ningún estímulo externo, podía parpadear y parecía capaz de establecer algún tipo de comunicación mediante gestos.

Tras el parpadeo, los médicos preguntaron en tres ocasiones al paciente si quería seguir viviendo, y tres veces seguidas Rudd asintió mediante el parpadeo de sus ojos. Nueve meses después, el paciente ya puede mover la cabeza y sonreír a sus familiares. «Estoy muy contento de que haya podido sobrevivir y decidir sobre su vida. Decidir uno mismo sobre la vida de un hijo es casi imposible», declaró su padre a la emisora. El paciente ha sido trasladado a otra unidad del hospital, donde los especialistas le enseñarán a comunicarse con los ojos, los músculos faciales y la lengua. Según los medios británicos, este dramático caso plantea una serie de interrogantes sobre la oportunidad de los «testamentos» que hacen a veces los pacientes y en los que expresan su voluntad de no ser resucitados.
Leído en ABC