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Mariudz Dzierzawski es líder de la fundación Pro y ha logrado convencer a la sociedad polaca de que el aborto no es la solución. En 2005 estaba a favor el 57%, ahora sólo el 9%.
Sabían que lo mejor para convencer a alguien es mostrar la realidad de algo, aunque a veces ni con esas se logran resultados. Pero lo hicieron y llenaron el centro de las grandes ciudades de carteles con imágenes de fetos abortados.
El resultado no se hizo esperar: se produjo un vuelco en la opinión pública que fue la base del éxito de una iniciativa legislativa popular, lanzada por la Fundación Pro que reclama la abolición total del aborto en Polonia. Mariusz Dzierawski fue el líder encargado de defender la iniciativa en el Congreso.
-¿Cuándo será votada la iniciativa legislativa popular?
-No lo sé, pero si no se debate en los próximos dos meses, el aborto se convertirá en el eje central de las elecciones del próximo 9 de octubre.
-¿Lanzaron esta campaña calculando su coincidencia con la presidencia europea? ¿Querían minimizar la posibilidad de presiones por parte de los socios europeos?
-Creo que Europa tiene mayores problemas con Grecia y otros asuntos.
-Pero en 2007 no lograron sacar adelante la propuesta de derogar el aborto por presiones internacionales.
-No, fue por cuestiones internas.
-Han pasado de varios miles de abortos a 538. ¿Cómo lo han logrado? ¿Han sido claves las inspecciones sanitarias? ¿Solo se aborta en hospitales públicos?
-No. Algunos abortos legales también se realizan en hospitales privados. Y, por supuesto, también hay abortos ilegales.
-Su movimiento presume de haber dado la vuelta a la opinión pública gracias a una campaña agresiva. ¿Lo considera esencial, la base del éxito?
-En mi opinión, sí. En 2005 empezamos una campaña de grandes despliegues en el centro de las ciudades. Entonces el 57% de los polacos apoyaba el mal llamado derecho al aborto. Hoy, ese porcentaje se ha reducido al 9%.
-¿Hacen campaña positiva, de apoyo a la mujer, demanda de apoyo social...?
-No, estamos concentrados en humanizar al niño no nacido y apelar y demostrar la crueldad del aborto.
-Pero no han lanzado testimonios de síndrome postaborto, mujeres destrozadas después de haber abortado?.
-No. No tenemos esos testimonios.
-Otra de las claves de su éxito son las marchas provida. ¿Cuánta gente acude anualmente?
-Entre 100.000 y 200.000 personas, muchas menos que en España.
-¿Ha sido muy importante el apoyo de la Iglesia en todo este proceso?
-Moralmente, muy importante, aunque organizativamente somos independientes.
-¿Y cuál ha sido el papel de los medios de comunicación? Si hace unos años eran proaborto, no creo que la situación haya mejorado.
-Generalmente los medios son proaborto. Pero hay una generación de jóvenes periodistas mucho mejor que la que de hace diez años. Los medios más importantes nos critican por enseñar imágenes salvajes. Pero de esta manera tienen que admitir que el aborto es salvaje. Quieren que discutamos sobre las situaciones difíciles de las mujeres, pero nosotros siempre respondemos que nadie debe ser matado. Nunca.
-Defendió en el Congreso que el aborto era la peor herencia del comunismo. ¿Qué peso ha tenido el ‘argumento nacional’ en el éxito de la iniciativa?
-No lo sé. Nunca utilicé ese argumento antes del Congreso.
-En 1993 los proaborto argumentaron que las restricciones incrementarían los abortos ilegales entre 80.000 y 200.000. ¿No es una horquilla demasiado generosa?
-Por supuesto, hay algo de aborto ilegal, aunque no sabemos cuánto. Yo calculo que entre 10.000 y 20.000. En 1997 el aborto era legal cuando la mujer estuviera “en una situación de dificultad”. Entonces había 3.000.
-¿Y el turismo abortivo? ¿No es verdad que muchas polacas se van a Chequia y otros países vecinos a abortar?
-No creo que la cifra sea alta: es complicado y caro. Tampoco creo que la cifra de ilegales se haya incrementado: estamos trabajando en la opinión pública.
-Para terminar, ¿qué pasaría si finalmente la iniciativa legislativa popular prospera?
-Será un importante cambio moral. El Estado dejará de apoyar el asesinato de personas inocentes. Será el primer paso para ordenar la moralidad de la cosa pública.
-¿Qué dirán los proaborto?
-Básicamente lo mismo, que sería una catástrofe, aunque no creo que nadie en Polonia les crea.
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