27 octubre 2006

Engendrar seres humanos como almacén de piezas de recambio para trasplantes

La Conferencia Episcopal Española ha publicado un documento afirmando que el proyecto de ley de Investigación Biomédica que se discute en la Cortes va contra la Doctrina Católica.

En efecto: no se puede matar a una persona para curar a otra.

La palabra «preembrión» se ha inventado para camuflar que la vida humana empieza en la concepción. Así lo afirman eminentes médicos como los doctores Botella Llusiá, Lacadena, Rivera, el francés Lejeune, el italiano Ángelo Serra, etc., etc., etc.

Ángelo Serra, genetista del Instituto Gemelli de la Universidad S.C. de Roma dice que el óvulo fecundado (cigoto) «es el principio del nuevo organismo, que se encuentra al inicio de su ciclo vital. (...) Se le debe atribuir el «status» de persona, titular de plenos derechos humanos. (...) El ciclo vital de cada ser humano se inicia cuando los gametos se funden (...) El derecho a la vida del embrión no debe ser interrumpido». Es verdad que con las células madre extraídas de embriones humanos se pueden curar algunas enfermedades. Pero no es lícito matar a unos para curar a otros.

Es una monstruosidad engendrar seres humanos como almacén de piezas de recambio para trasplantes, y después destruirlos.

A los que defienden esto yo les preguntaría: ¿aceptaría usted ser almacén de piezas de recambio para trasplantes a otros a costa de su vida?

Una madre, con su bebé en los brazos, dijo por televisión que estaba contenta de haber cedido sus embriones sobrantes para que alguien pueda curarse. ¿Por qué no dijo que estaba contenta de haber podido matar a un hijo suyo para que se cure el vecino? Porque eso es lo que hizo. No es lícito matar a unos para que vivan otros.

Además, las células madre para uso terapéutico se pueden obtener de tejidos adultos del mismo individuo. En este sentido debe avanzar la investigación.

En el Hospital Gregorio Marañón de Madrid curaron a un paciente, que había sufrido un infarto de miocardio, con células-madre de su propia médula ósea. Las células implantadas regeneraron el corazón.

Jorge loring, S.I. Sevilla.

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