Testimonio desde Andalucía en memoria de Lucía
Ésta es una carta al padre de mi hija Lucía. Mi hija que nunca nació. Él tiene una visión muy diferente de todo lo que ha pasado. Y sufre igual que yo y otras muchas mujeres el Síndrome Posaborto.
Para todos aquellos hombres que nos consideran culpables por el simple hecho de que tenemos que decidir. Para aquellos que sin darse cuenta deciden por nosotras. Para esos futuros padres que no son conscientes de lo que están pasando sus mujeres mientras esperan una palabra de apoyo y esperanza. Porque ellos también pueden impedir el aborto. Porque ellos también son culpables y victimas. Como nosotras. Y porque ellos también necesitan perdonarse.
Os agradecería que la publicarais creo que puede servir de ayuda a muchas parejas. Para que apoyen a sus mujeres, las cuiden a ellas y a sus hijos. Él no quiere escucharme, pero quizá alguien sí y pueda servir de ayuda.
GRACIAS POR VUESTRA INMENSA AYUDA.
Hola Juan,
Nunca pensé que me podría pasar a mí... algo así… Jamás.
¡Qué susto...! Reaccioné como una chiquilla… cuando era lógico que sucediera, cuando lo habíamos estado buscando, cuando yo lo estaba deseando y se suponía que tú también.
Hacía ya días que tenía la sensación de que algo diferente estaba sucediendo dentro de mí… las madres sabemos esas cosas.
Lo recuerdo perfectamente. La farmacia, en frente de bar de tapas que tanto te gusta. Dejé el coche en segunda fila, entre en la farmacia, con mariposas de ilusión y nervios de preocupación. La compré, y pensé en un sitio tranquilo…. No se me ocurrió otra cosa. El cuarto de baño de minusválidos.
Nada más lejos de lo que hubiera imaginado, de cómo tenía que haber sido… Tendría que haber sido en tu casa, los dos juntos… pero el fin de semana anterior había sido la feria, pasamos toda la noche sin hablarnos, y al final me quedé contigo a dormir.
Fue la primera vez que estando yo dormida me tocaste, me abrazaste, tu cuerpo me pidió perdón. Pero, no recuerdo ya el motivo, al día siguiente discutimos… y ese día 9 de Septiembre, se suponía que ya no estábamos juntos.
Estaba yo, sola, en un baño de un supermercado con un test de embarazo. Y salieron las 2 rayitas… se me salía el corazón del pecho, reí, lloré… me sentí feliz, llena de ti, y a la vez triste y sola.
Lo primero que hice fue llamarte y quedamos esa misma noche. Tú no podías creerlo, aun teniendo delante de ti la prueba que guardaste. Fuimos a cenar al mismo sitio donde fuimos la primera vez que salimos juntos. Estabas nervioso, descolocado… te reías sin motivo, y no acababas de creer lo que estaba sucediendo. Pasaron lo días, y decidimos esperar a ir al medico para hablar con nuestras familias. Algo que yo no estaba muy de acuerdo pero que respeté. Ahora sé que no me creíste hasta que tú mismo con tus propios ojos la viste, y escuchaste su corazón.
Desde el día que supe que estaba embarazada, me esforcé por que a pesar de nuestra situación, y de lo inseguro de nuestro futuro, nuestro bebé no fuera un problema, un motivo de discusión… Empecé a recordar el embarazo de Isabel, a calcular de cuántas semanas estaría, a volver a visitar los foros y las páginas que visitaba cuando esperaba a Isabel. Me hacía tanta ilusión…Imaginé una y mil veces el día de su nacimiento, contigo a mi lado… soñaba con ver tu cara en el momento que por primera vez tuvieras a tu hija en tus brazos. Quería dártelo todo, quería que fueras el padre de mi hija, y que no tuvieras ese vacío o esa inseguridad que sentías cuando pensabas que Isabel te rechazaría.
Pero tú tenías dudas, estabas nervioso, no querías hacer planes "querías improvisar".
Yo esperaba impaciente ese día 3 de Octubre, pensé que cuando la vieras todo cambiaría, que se lo diríamos a nuestras familias, que lo celebraríamos…
Estaba muy nerviosa antes de entrar en la consulta, quería que mi niña estuviera bien…Y mientras esperábamos en la sala de espera, escuchaba los monitores de otra mama… y tenia tantas ganas de llegar a ese momento con Lucia y contigo a mi lado.
Pasamos a la consulta por fin, y cuando me hicieron la ecografía yo temblaba, no hacia más que mirar tu cara, no querría perderme ni uno solo de tus gestos, de tu emoción...
"Es de izquierdas" recuerdo que dijo el medico y tu te reíste…
Sin embargo, cuando salimos del medico todo fue muy distinto… Sé que lo dijiste de broma y con nervios, pero lo primero que me dijiste al salir era que "te dijera quién era el padre"… y empezó a barruntar tormenta. Fuimos a comer al mismo lugar donde cenamos, y yo pensaba que se lo dirías a tu madre, a tus amigos…que empezaríamos a hacer planes… pero la conversación no tuvo lugar.
Todo lo contrario, discutimos y al día siguiente, día 4 de Octubre me dejaste Juan. Me dijiste que no querías saber nada más de mí ni del bebé.
Yo empecé a pensar que realmente todo te venía grande, que no querías tener un hijo… tú empezaste a sugerir el aborto (quizá sin darte cuenta de la desesperación tan grande en la me iba sumiendo cada día).
Y comenzó este calvario, Juan. Las dudas, idas y venidas, sin saber qué hacer, con quién hablar, dando tumbos…se me vino el mundo encima.
Pasaba el tiempo y tú seguías sin decir nada a nadie. Tu madre iba a ser abuela y no se enteró por ti. Tu hermana iba a ser tía, y tuve que ser yo quien se lo dijera, mientras Alberto me juzgaba de egoísta por no abortar.
Todos empezaron a suponer que quería pillarte. Tú el primero. Empezaste a sugerir pruebas de paternidad…y yo empecé a caer en un abismo… presa del pánico. Quería luchar por mi hija, ¡¡¡lo había decidido!!! Se lo conté a Javier, porque no quería que me atacase por ese lado… quería estar prevenida. Tenía que proteger también a Isabel.
Busqué todas las formas posibles para que abrieras los ojos. Pero seguía siendo mas importante mi ex marido… todo eso más importante que tu propia hija.
La primera cita, fue una farsa… sabías que no iba a hacerlo. Quise que reaccionaras….
No te pedía nada, ni siquiera dinero….Siempre te dije que ni te iba a prohibir ni a reclamar nada. Que serías tú quien decidiera qué relación tendrías con tu hija.
Te lo puse en bandeja… Sólo pedía que me pidieras que no lo hiciera. Solo pedía que hablaras con tu familia. Que no dudases más que era tu hija. Era tu cumpleaños… quise que fuéramos a Urgencias, que me hicieran una eco, que la volvieras a ver.
Pero volvimos a discutir, me echaste de tu coche… me dejaste en plena calle, embarazada, desesperada y con estado de nervios tremendo porque empezaba a no ver salida… Y me dejé vencer por el miedo por primera vez. Toda una vida peleando contigo por nuestra hija…
Sola con un hijo de cada hombre, sin apenas un duro y con mucha gente en mi contra juzgándome como lo hizo Alberto.
Volví a llamar. Volvieron a darme cita. Iba a ir con mi madre. Tú no hiciste nada. Lo único que dijiste es que pagarías la mitad del aborto cuando yo te pagara la reparación de tu coche.
Saqué el dinero del banco, mi madre me lo ingresó. Ella no hizo más que hacer todo lo que yo le decía.
La llame una hora antes: "NO PUEDO, NO LO VOY A HACER. MI HIJA VA A VIVIR. Habla con Papa, y ayúdame Mama. No se como voy a hacerlo pero saldré adelante". Una tarde fui a urgencias diciendo que tenía perdidas… y la vi. Había crecido muchísimo y se movía una barbaridad.
Después de eso, te escribí un mensaje y te dije iba a seguir adelante, que no sabía como lo íbamos a hacer, pero que lo haríamos bien, que saldríamos adelante, que ya nos apañaríamos… "YA TE APAÑARÁS TÚ". Ésa fue tu respuesta.
Luego todo conspiró para llevarme a la más absoluta desesperación… No puedes imaginar, cómo de asustada y desesperada tiene que estar una mujer para decidir abortar.
Mi madre estaba cada vez más nerviosa y preocupada por mí, yo cada vez más asustada, sin dormir, vomitando a todas horas…No dejaban de repetirse en mi mente todas la imágenes de niños abortados que había visto, mezclada con tus ataques, tus silencios, mi miedo a qué iba a ser de mí en el futuro…Peleábamos constantemente, y recuerdo haber estado conduciendo por la autovia, empapada en llanto, pidiéndole a dios que me matara en la siguiente curva…. Si mi hija no tenía sitio en este mundo, yo tampoco. Rezaba para que Dios se la llevara, para tener un aborto natural y no tener que hacerlo yo…no imaginas cómo fueron esos días….
Al final, me perdí… absolutamente. Fui débil, fui cobarde, me dejé ir y caí. Sabía que no volvería a levantarme y me daba igual todo.
No podía mirar a mi madre a la cara y decirle que me acompañara a abortar, cuando ella es madre gracias a que alguien decidió no hacerlo conmigo… cuando yo iba a despreciar el regalo que ella nunca pudo tener y por el que tanto había sufrido… No quise que ninguna de mis amigas lo supieran y me acompañasen, porque era algo de lo que me avergonzaba absolutamente…No tenía a nadie que me acompañase. Pensé en armarme de valor e ir sola. Pero me entró miedo, pensé en Isabel, y en que si me pasaba algo, nadie sabría dónde estaba….y por eso me acompañó él. Porque era la única persona que lo sabía, que me daba igual lo que pensara.
Tres veces Juan. Tres veces tuve que ir. La primera no me dejaron hacerlo, por el informe del psicólogo. Estaba claro que no quería hacerlo, y estaba claro que si lo hacia desencadenaría en un síndrome post aborto del que ellos nunca quieren ser responsables. Fue un viernes.
Pensé que nos habíamos salvado. Creí que estaba a salvo. Volví a comunicarte esperanzada que iba a seguir con el embarazo… y entonces… entonces Juan, fue cuando realmente y por primera vez en mi vida tuve MIEDO.
Me dijiste que "de acuerdo, pero que por supuesto pedirías una prueba de paternidad, y que si intentaba reclamarte algo o quitarte tu casa para meternos los 3, nos matarías a los tres, incluyendo a mi hija" Lo juraste por tu padre y dijiste que no tenias nada que perder. Y lo siento, pero yo te creí. Me asusté mucho.
Mi futuro paso como un relámpago por mi cabeza. Si estábamos así antes de que naciera, como sería después cuando tuviéramos que discutir por su custodia, por el colegio, por el dinero… Con toda esa gente en mi contra, acusándome de egoísta, de aprovechada…. Y yo… sola, sin dinero apenas y sin poder atender a mis hijas.
Y FALLÉ, JUAN. A PARTIR DE ESE MOMENTO ME CONVERTÍ EN ALGUIEN QUE NO SOY, EN CULPABLE, EN UN TRAPO, EN UNA MISERABLE.
UNA COBARDE.
Volví a pedir cita, y me la dieron rápido. Ya no había vuelta atrás, no había salida. Esta vez el psicólogo dijo SÍ, y me dio un tranquilizante. Era un zombi, ni siquiera sabia que me había tomado. Me dijo que me tenían que hacer una ecografía para ver exactamente el tiempo de embarazo porque ya había superado el primer trimestre, y era mas peligroso ( mas caro… que era lo que les interesaba). Lloré como una niña, y le pedí por favor que no me la hicieran… que acabaran ya.
Le dije que tenía anemia, que no era seguro… me inventé lo que fuera para impedírmelo a mí misma. Me hicieron la eco, la graparon boca abajo para que no la viera en mi informe, y el medico se negó a hacerlo si tenia anemia. Necesitaban una analítica, y tendría que volver al día siguiente.
Me convertí en robot mecánico, mi hija me estaba pidiendo que la dejara vivir.. Pero yo ya no sentía ni padecía, quería huir de mi, ya había cruzado la línea, ya no había salida. No merecía ser madre de esa niña, no merecía ese regalo porque era cobarde y débil. Y tú ni la querías, ni la merecías tampoco. Quería castigarme, y castigarte a ti. Sabía perfectamente que tendría síndrome post aborto, que sufriría lo que no hay en los escritos por haberlo hecho, pero ya era culpable sin remisión, y me lo merecía.
Llego el 6 de noviembre. No tenía anemia. Podían intervenir. Entré al área de tortura. Con el móvil en la mano, mientras completaban papeles no hacia más que mirarlo. Esperaba tu llamada.
Un mensaje. NO LO HAGAS POR FAVOR. TE QUIERO Y CUIDARE DE LAS DOS. No llegó.
La ecografía calló tres veces boca arriba delante de mí. La vi. Estaba mucho más grande que la última vez. Mi niña… Miraba la puerta. Nadie apareció. Necesitaba que alguien me sacara de allí, yo ya no sabía lo que estaba haciendo, no tenía voluntad. Solo MIEDO. Estaba paralizada. La única persona que apareció fue la enfermera…. Y mi vida se hundió para siempre. Para siempre. Para siempre. Todo lo que sucedió después, mi "vuelta" a casa… Todo fue desesperación y una huida hacia atrás. Tú ni siquiera te interesaste por mi estado de salud. Por saber que había pasado. No dijiste una sola palabra. NI UNA. Yo no tenía futuro, ni ilusión. Amaba con todas mis fuerzas a un hombre que me despreciaba, que ponía en duda hasta mi nombre… MI vida era inútil. Pero aun podía hacer algo por Isabel. Y creí que era lo mejor para ella. Necesitaba hacer por ella lo que no hice por Lucia. Hipotecar mi vida por ella. No tenía ya nada que perder.
Pero, GRACIAS A DIOS, mi amor por ti seguía siendo más fuerte que todo el pasado, todo el presente y todo el futuro. Yo me moría por verte, por tocarte, por verte reír, por abrazarte… a pesar de todo. Estaba enamorada de ti por encima de todo. Por encima de mi dolor, de mi despecho, de mi rencor, de mi miedo, del futuro de mi hija, del que dirán o que no dirán…. Así era y así es. Y volví a coger las riendas de mi vida y a apostar ciegamente por lo que sentía. Sin mirar atrás. Decidí ser fiel a mi misma, y si te quiero, no hago nada con otra persona, por mucho que eso pueda convenir a mi hija y a mucha gente. Estuvieras o no a mi lado. Me quieras o no...
La razón por la que Lucía llegó a existir sigue estando ahí, al menos en mi corazón. Y no quiero ser falsa. Estoy enamorada de ti, y tú no de mí. No pasa nada. Pero hasta que no te olvide, hasta que no deje de sentir lo que siento, nada ni nadie tiene lugar en mi vida.
En cuanto a aquel 6 de noviembre… aún no he despertado de la anestesia. Y no quiero despertar… pero la realidad me golpea, mi cuerpo me golpea. Tengo que despertar. Ella vive, y vivirá en mí. Tengo que llevar mi cruz, y seguir. Por ella. Por Lucía. Por mi hija. Porque no soy una falsa. Porque me equivoqué, porque tomé la peor decisión de mi vida, y tengo que enmendarlo. Porque tengo que darle vida a mi hija a través de mí, porque su hermana necesita también a su madre. Porque Dios permitió que sucediera para que abriera los ojos y cambiase mi vida. Y tú tarde o temprano tendrás que hacer lo mismo.
Ésta es mi historia Juan, y así es como sucedieron las cosas. Por desgracia, tengo razón. No trato de justificarme, en absoluto. Soy culpable y responsable más que nadie, pero no menos que tú. FUI COBARDE PARA APRENDER A SER VALIENTE. Y AHORA LO SERÉ. HARÉ LO QUE TENGO QUE HACER Y TE AYUDARÉ A QUE TÚ TAMBIÉN LO HAGAS. A QUE ABRAS LOS OJOS, A QUE TE PERDONES Y SEAS EL JUAN QUE RELAMENTE ERES. EL QUE YO CONOZCO. A QUIEN AMO CON TODA MI ALMA Y PARA EL RESTO DE MI VIDA.
Adopcion Espiritual
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