POR ALICIA ERRÁZQUIN
La contribución relativamente reciente de las Ciencias Biomédicas, ha permitido ahondar en el conocimiento de la embriogénesis humana, desde antes de producirse la fecundación, y demostrar que este ser biológico inédito: el embrión humano, puede coordinar completamente su desarrollo –predeterminado desde la primera célula- y así, autogestarse de modo continuo, coordinado y gradual en permanente comunicación -a través de un diálogo bioquímico de precisas informaciones-con su madre, reconociendo también a quién es su padre.
Más aún, hoy sabemos que el diminuto cuerpo de ese hijo que empieza a vivir dentro del útero materno, oye sonidos, siente dolor y es capaz de sufrir, y percibe olores y sabores que recuerda después de haber nacido.
Para demostrar las dimensiones humanas de este precoz concebido con las evidencias científicas que hoy contamos, he dividido este texto en tres momentos:
I. Reflejar los conocimientos científicos del permanente diálogo bioquímico de reconocimiento e interacción de las gametas paterna y materna, que prologa otros diálogos de “entendimiento” molecular “condescendiente” que se instauran desde el inicio entre la madre y el embrión, especialmente el que ha mostrado el embrión en su primera semana de vida asistiendo a su madre en el recibimiento de su otro generador: su padre.
II. Considerar estudios que evidencian las percepciones tempranas que experimenta el feto: olor, sabor, sonidos, dolor, memoria, deseo, sueño...
III. Conocer los datos que con rigor científico hoy nos permiten aseverar que la singularidad del ciclo vital es determinante en la configuración de la individualidad y unicidad del embrión humano.
I. ~ Diálogo bioquímico de reconocimiento e interacción de las gametas paterna y materna.
Dos células singularmente provistas y teleológicamente ideadas: un ovocito y un espermatozoide, están implicadas en el proceso de la fertilización humana que es coincidente con el proceso de la concepción humana.
El inicio de la comunicación bioquímica se da antes de producirse el instante determinante de la fecundación, ya que en el espermatozoide existen receptores específicos ( ZP1, ZP2, ZP3) -que tras el reconocimiento especie-específico entre las gametas-, permiten la unión a la zona pelúcida del ovocito, con la finalidad de promover la fecundación.
Después del reconocimiento específico entre las gametas se completa la reacción acrosómica, debido a que la membrana acrosómica externa y la membrana del espermatozoide se funden en muchos puntos dando origen a pequeñas vesículas que segregan acrosina, que es una enzima que facilita la penetración del espermatozoide a través de la zona pelúcida disolviendo la matriz de la zona y favoreciendo el ligamen con otra proteína zonal (ZP2), la cual interactuando con la cabeza modificada del espermatozoide le ayuda a atravesar la zona pelúcida a una velocidad de 1 micra/minuto.
El espermatozoide que alcanza el espacio perivitelínico -que se encuentra entre la zona pelúcida y la membrana del ovocito-, está ahora en condiciones de fundir su propia membrana plasmática con la del ovocito, y poner en contacto el contenido de la cabeza del espermatozoide junto a estructuras internas de su cola con el citoplasma de la célula huevo.
La fusión de la membrana del espermatozoide con la membrana del ovocito determina el “momento mágico o instante prodigioso” de la fecundación. Éste momento da vida al inicio de un nuevo individuo.
Sucedido esto, el ovocito fecundado protege su individualidad en un entendimiento bioquímico manifestado por la inactivación de los mismos receptores que inicialmente se habían activado para el reconocimiento y encuentro de las gametas, y una vez que el espermatozoide penetró en el ovocito.
De lo antedicho podemos colegir que:
Los receptores que se activan primero para el reconocimiento y encuentro de las gametas, son los mismos que luego se vuelven inactivos, como forma de expresar la necesaria protección que el embrión unicelular requiere para comenzar a operar como un sistema único.
Como señal de esta inactividad manifiesta de la membrana del ovocito fertilizado, se produce en ella una rápida despolarización, que sumada a la reacción cortical y zonal, torna la zona pelúcida refractaria a la entrada de nuevos espermatozoides. El proceso es llamado “Bloqueo de la Polispermia”.
Además, la interacción de las membranas del ovocito y la del espermatozoide produce un aumento de la concentración intracelular de iones calcio (Ca2+) en la zona cercana al lugar de contacto del ovocito con el espermatozoide. La liberación de Ca 2+ es desencadenada por una proteína llamada oscilina que se encuentra en la cabeza del espermatozoide y que es introducida en la célula huevo al momento de la fusión de ambas gametas.
Esta elevación de los niveles del ión calcio dirige la exocitosis de los gránulos corticales y el reinicio del ciclo celular del óvulo, detenido en la metafase. Asimismo, el aumento de los niveles de calcio permite la formación de microtúbulos en el citoplasma del óvulo en la zona de entrada del espermio, lo que lleva a que se succione el pronúcleo masculino.. Así se completa la fase de fusión celular de la fecundación y se constituye el cigoto.
Las oscilaciones intracelulares de Ca++ son fundamentales para las etapas de desarrollo posteriores.
El cigoto es una célula distintiva, y su exclusivo patrimonio genético completo(46 cromosomas: estado diploide) procedente pero distinto del de sus padres, representa el programa de información que constituye la base del desarrollo embrionario y que sólo podrá desplegar a través de un proceso epigenético.
Sin detenernos en los pasos de consolidación del genoma del embrión, sí subrayaremos la importancia que ambos genomas materno y paterno desempeñan en el normal crecimiento del embrión; y que la información genética proveniente de la madre y la proveniente del padre, desempeña un rol diferente e insustituible en el programa de desarrollo del cuerpo embrional y de los órganos anexos. El diferente programa de expresión durante el desarrollo embrionario obedece a un fenómeno de adquisición denominado imprinting, marca o sello genético, reconocible por los factores celulares que controlarán la expresión de los genes. Por ejemplo: en el espermatozoide hay unos 200 genes que están encendidos o activados para la formación del corion y de la placenta, mientras que en el ovocito están encendidos para el desarrollo del embrión.
Establecemos otra conclusión:
Estas señales moleculares (genes activos o reprimidos) demuestran que sin esta complementariedad de las gametas, el desarrollo embrionario no acontece con normalidad.
El imprintig contribuye a la fidelidad del proceso.
Estas reglas de expresión perfecta de la naturaleza sobre las cuales la ciencia aún tiene mucho por investigar, nunca dejarán de significarnos un milagro, en el que la vida la mayoría de las veces se engendre impecable e intacta.
~ Diálogo bioquímico entre la madre y el embrión.
El nuevo genoma del embrión recién constituido contiene la información necesaria para promover la producción de mediadores orgánicos, tanto en el embrión como en la madre, para que por estímulo del embrión, logre implantarse en el interior del útero y continuar su desarrollo.
El embrión humano no se engendra en el vacío, y particularmente el proceso de implantación, es un proceso todavía bastante desconocido.
La implantación es sumamente sensible al entorno que le rodea, que promueve la integración de múltiples factores y donde cada uno de los pasos implicados requiere de una total sincronía.
Soportaremos esta tesis en algunas evidencias del entendimiento molecular entre la madre y su hijo:
*El embrión desde el primer día de embarazo promueve la producción y liberación por parte del ovario del factor temprano del embarazo, el mismo que a partir del día 6 ó 7 lo produce el propio embrión. Este factor tiene propiedades inmunosupresoras y está asociado con el crecimiento y la multiplicación celular. A su vez, la multiplicación celular es un proceso que se da de manera sincrónica, y desde el estado de blastómero existe una importante “comunicación celular” por medio de uniones tipo gap (gap junctions), semejantes a los desmosomas primarios.
*El embrión obtiene la energía para su desarrollo mediante la síntesis de ATP, a partir del metabolismo de diferentes monosacáridos que le propicia su madre tanto durante el período de transporte hacia el útero, como en su enquistamiento progresivo dentro del mismo. La función embriotrófica de la trompa se demuestra en la provisión de piruvato- por estar en mayor cantidad en ella-, como sustrato para que el embrión pueda sintetizar su ATP, mientras que al llegar al endometrio utiliza como sustrato glucosa.
El embrión dispone de sistemas capaces de transportar los aminoácidos, como también es capaz de sintetizar lípidos de novo.
Conclusión:
El embrión por sí mismo modula su metabolismo en función de los sustratos que le proporciona el ambiente materno para su desarrollo, del mismo modo que lo hacemos los seres humanos ya nacidos.
* Una de las primeras señales que el embrión envía a la madre está constituida por la HCG (hormona gonadotrofína coriónica), que es una proteína producida por el blastocito aún antes de producirse el implante, y que luego seguirá siendo secretada por la placenta durante todo el período de gravidez. La respuesta materna no se hace esperar y bajo el estímulo de la HCG en el ovario se forma el cuerpo lúteo, que produce la hormona progesterona responsable de las modificaciones del endometrio que preparan el útero tornándolo receptivo para la anidación.
Se ha comprobado que usando anticuerpos Anti HCG se ha producido el aborto temprano en primates, indicando la importancia de la HCG producida por el embrión para su acogida.
* Aún no se conocen los mecanismos de señalización que le permiten al embrión reconocer el sitio apropiado de implantación, pero se cree que las prostaglandinas juegan un importante papel en esta distinción. Por ejemplo: Se ha visto en conejos y roedores que la implantación puede ser interrumpida con una inyección de inhibidores de prostaglandinas, como la indometacina que previene la permeabilidad vascular endometrial, necesaria para la anidación. También se ha registrado un aumento en los niveles de prostaglandinas en el sitio de implante del blastocito de conejos, roedores, ovejas y vacas.
A su vez, se ha comprobado que la primera respuesta del endometrio al blastocito es el aumento de la permeabilidad capilar en el lugar donde se producirá la adhesión entre la madre y el embrión. Esta propiedad desencadenada por las prostaglandinas, se ha evidenciado unas 24 horas antes de concretarse la definitiva unión, indicando que debe haber un sistema de comunicación materno-embrionario que todavía nos queda por conocer.
*Antes de materializarse la aposición, se ha constatado en la cubierta del embrión la existencia de determinadas sustancias (lectina, concavalina A, fibronectina y laminina), que promueven su adhesión al endometrio materno.
* Participando de los procesos regulatorios de la implantación, el trofoblasto inicia un proceso de fagocitosis de las células endometriales muertas mediante la acción de las enzimas colagenasa y el activador del plasminógeno.
*Se ha demostrado que la producción de HCG por el blastocito inhibe parcialmente la producción de urokinasa y proteasas por el trofoblasto, regulando así la proliferación celular y su desarrollo.
Esto quiere decir que el embrión y su madre saben de antemano cuáles serán sus respectivas zonas de implante, proceso que se consolida por la comprensión molecular manifiesta entre la madre y su hijo. El armónico entendimiento permite el desarrollo del niño sin irrumpir de manera incontrolada el organismo materno.
* Una de las señales más tardías que caracterizan la comunicación materno-fetal, lo manifiesta una pequeña proteína de 9 aminoácidos, la oxitocina, que en las últimas etapas de la gravidez y en asociación con otros factores, la oxitocina estimula la contracción de la musculatura uterina, a fin de inducir naturalmente el trabajo de parto.
~ La condescendencia para percibir lo no propio sin señales de daño.
Tanto el embrión como la placenta tienen cargas genéticas distintas a las de la madre, puesto que una mitad de su patrimonio genético proviene de su padre. Sin embargo, a diferencia de los trasplantes de órganos entre donantes y receptores incompatibles, la madre no le declara una “guerra inmunológica” a su hijo, y muy por el contrario, el ser concebido no es perjudicado por la defensa inmunológica materna y puede seguir sin ser perturbado su normal desarrollo. A medida que el embrión y sus membranas se implantan, el tejido conectivo endometrial experimenta una transformación denominada reacción decidual. La principal función de la reacción decidual es proveer al embrión y sus membranas de un sitio inmunológicamente privilegiado. Al mismo tiempo, la interacción del embrión con la madre al paso por las trompas, y el aporte de los factores necesarios para el crecimiento y diferenciación, han permitido que el trofoblasto pase a ser parte del sistema de señales, especialmente en lo que se refiere a la respuesta inmune.
El sistema inmunológico se pone en marcha tras el reconocimiento de señales de daño o peligro, y no debido al reconocimiento de lo ajeno; así pueden explicarse los fenómenos de tolerancia implicados en el no rechazo de células genéticamente diferentes. En este modelo las células presentadoras de antígenos son activadas por señales de daño o alarma enviadas desde los tejidos dañados, tales como exposición a patógenos, toxinas o daño mecánico.
Así, mientras que en un trasplante el rechazo se produciría por las señales originadas por el daño tisular de la propia cirugía, que interpretadas como alarmas por el sistema inmunológico ponen en marcha la respuesta efectora, el rechazo inmunológico o tolerancia de la madre hacia el feto en el embarazo se debe a que los fetos sanos no envían señales de daño.
De este modo, llegamos al siguiente concepto:
El diálogo molecular entre la madre y su hijo tiene un carácter de simbiosis. El embrión no se comporta como injerto ni es una parte del cuerpo de su madre.
La interacción de señales moleculares que acontecen con gran precisión entre la madre y el niño que gesta, sustentan la expresión del mensaje de la vida.
II. Percepciones tempranas que experimenta el feto: olor, sabor, sonidos, dolor, memoria, deseo, sueño...
Gracias a los neonatólogos modernos que tienen el privilegio de atender al más diminuto paciente: el feto, es que hoy sabemos que el feto dentro del útero materno percibe olores y sabores, oye los sonidos y los recuerda después de haber nacido, siente dolor y es capaz de sufrir, como también, se ha demostrado que a partir de las 30 semanas de gestación es capaz de soñar.
¿Cuales estímulos percibe el feto?
El ambiente uterino no es ciertamente inerte. El útero es un pequeño mundo que forma parte de un mundo más grande. Es un contenedor que pertenece a una madre, la cual a su vez pertenece a un ámbito mas grande (familia, sociedad). El útero no sirve para aislar sino para proteger. Es un filtro para los estímulos normales (luces y ruidos ambientales) de la vida: disminuye la intensidad de algunos y privilegia otros (latidos del corazón., olores y sabores del líquido amniótico, estímulos vestibulares debidos a la actividad materna, sensaciones táctiles de autoestimulación del feto o de contacto con las paredes uterinas). De este modo, el feto se habitúa a aprender, poco a poco, de modo inconsciente, el mensaje del ambiente, que es el ambiente uterino. En el caso de los niños prematuros es un ambiente más frío: el de la terapia intensiva neonatal.
Sabemos que el sistema de receptores del feto funciona con un orden de varios tipos de sensorialidad que reafirma el orden que conocemos presente en todos los mamíferos. Primero está la sensibilidad químico-olfativa, luego está la táctil y vestibular, después la acústica y al final, la visual. (Relier, 1996a). El feto está protegido de receptores sensoriales.
¿Cómo lo sabemos?
Mencionamos algunos estudios.
El modo más difundido para demostrar que el feto percibe los estímulos es observar sus reacciones a los estímulos mismos. Y estas reacciones se hacen in situ, es decir se registran en el útero, o bien se observan después del nacimiento.
Al repetirse los estímulos sonoros, aparecerá después el fenómeno de la habituación. Esta última es el disminuir en intensidad de una respuesta al repetirse el mismo estímulo. Esto es signo de un buen funcionamiento del SNC del feto. Por ej.: Se ha registrado la variación de los movimientos y la frecuencia cardiaca del feto al transmitirle sonidos imprevistos a través de la pared uterina. Los resultados obtenidos fueron: primero el feto se sobresalta, luego se acostumbra y por último, reacciona igual que los seres humanos nacidos cuando oímos algo que no nos interesa.
El fenómeno de la habituación también nos demuestra que el feto tiene memoria: es una memoria a breve término que debe distinguirse de aquella de más larga duración.
La demostración más clara de la memoria y de las percepciones prenatales del feto se encuentra en los estudios hechos sobre neonatos.
Investigaciones también demuestran que el sistema vestibular está influido por las experiencias prenatales (por ej. la influencia del sonido). Debe estar siempre presente la atención a no sobre o sub-estimular al niño antes de su nacimiento.
Respecto del sueño, el feto no sueña imágenes porque no tiene nada que ver en el útero, pero puede soñar y reelaborar las diversas sensaciones que experimenta en el útero: táctiles, vestibulares, gustativas y acústicas. Sabemos por el feto que el sueño es importantísimo porque adviene la máxima proliferación neuronal y la producción preferencial de ciertas hormonas.
Acerca de la percepción del dolor del feto, escribe el Dr. Bellieni : “El asombro frente al amanecer de la vida nos ha llevado a estudiar a los niños prematuros, fetos nacidos a las 24, 25 semanas de gestación: qué asombro despierta reconocer que un feto, un niño del tamaño de una mano, manifiesta dolor y que a su minúscula manera quiere la salud.”
En dos estudios el Dr. Bellieni y su equipo se propusieron examinar la capacidad de la presencia humana para aliviar el dolor en niños prematuros y a término, durante la toma de muestra de sangre. Usaron una técnica de estimulación sensorial para confortar el niño. Lo llamaron “saturación sensorial”. Consiste en distraer y confortar a través del masaje, la palabra, la mirada, ofreciendo manos perfumadas y agua y azúcar en la boca. Registraron una disminución en el tiempo de llanto y de puntuación de dolor con respecto, tanto al grupo control, como a los niños a los que se administraron sólo agua y azúcar como analgésicos. El éxito lo atribuyeron a la teoría fisiológica del umbral de Walls y Melzack (Melzack 1965) según la cual el dolor es inhibido por otros estímulos que lleguen contemporaneamente al sistema nervioso. Como esta teoría comprende dimensiones afectivo-emocionales del dolor (Melzack 1999) intuyeron que hay algo más: dar azúcar o poner un chupete en la boca del recién nacido antes de pinchar el talón durante la toma de muestras produce escasa analgesia. La analgesia es mucho mayor si el recién nacido siente una presencia a su lado: se establece una relación y los niños no se sienten solos y abandonados durante la experiencia dolorosa.
Basta decir, el feto siente dolores verosímilmente más que un adulto. En este sentido, son interesantes los estudios que se han hecho para determinar el nivel de ciertas hormonas indicativas del dolor (betaendorfinas y cortisona) antes y después de la punción de la vena hepática del feto en el útero, hecha por descubrimientos transfusionales. Se comprobó que el aumento de hormonas es indicativo del dolor como en adultos.
Un hecho notorio es que, en el neonato la densidad de receptores y de sustancia P (sustancia mediatriz del dolor) es mayor que en el adulto. Este dato ha permitido sostener que la sensación dolorosa es mayor en el neonato que en el adulto.
El dolor del feto y del neonato se revela como el dolor que experimenta un sujeto que aún no está preparado para sufrirlo.
Pensemos entonces, el dolor que injustamente tendrá que soportar este inocente en un aborto.
En Francia se sugiere suministrar anestesia al feto en caso de “interrupción de la gravidez”( =aborto) a partir de la vigésima semana de vida, delineando que “no sabemos” si antes de esa etapa puede haber o no dolor.
III. Unicidad e individualidad del embrión humano.
“El individuo recién concebido tiene una realidad biológica propia y bien determinada: es un individuo totalmente en desarrollo, que autónomamente, momento por momento, sin ninguna discontinuidad constituye su propia forma realizando con una actividad intrínseca un diseño proyectado y programado en su genoma”.
Los datos actuales de la biología demuestran que el embrión de una sola célula es ya un organismo autogestante expresamente definido en el espacio y en el tiempo, y que de manera autónoma, continua, coordinada y gradual puede emprender el camino único e irrepetible de la vida al que está llamado a expresar su identidad viviente.
Lo que se ha afirmado líneas atrás puede ilustrarse con las observaciones a las que arribó el equipo de investigación de Magdalena Zernicka-Goetz, del Wellcome Trust de Cambrige, tras una serie de trabajos llevados a cabo en embriones de ratón. Zernicka-Goetz pudo observar que desde la primera división celular, las células se replicaban manifestando una polaridad determinada. Con marcado fluorescente específico pudo observar que ya desde la división de la primera célula, cuyo ecuador coincide con la posición de la entrada del espermatozoide, da lugar a dos células hijas que seguirán caminos distintos. Con tinciones pudo observar que una de las células es la que ordena y la otra es la que obedece. La que manda que es la que se divide antes [microfotografía de 3 células], da lugar a la masa celular interna (MCI) y la que obedece se divide más tarde, originando los tejidos no embrionarios.
Con esto estamos significando que:
El proceso que regula el origen y desarrollo de un ser humano a partir de la fecundación, es un proceso unidireccional y sin fracturas, y no conoce detenciones o discontinuidad sino a causa de eventuales desviaciones patológicas o procesos degenerativos.
El embrión unicelular es la primera célula de la persona humana. Así comenzó la vida de cada uno de nosotros. Ese“embrión de una célula” progresivamente replicará y sus células se diferenciarán y especializarán morfofisiologicamente consolidando cada etapa del proceso de desarrollo prenatal humano.
Pretender establecer determinadas fases como demarcatorias del comienzo de la vida, es inscribirlas en un magnífico error científico.
Individuo es un ente indiviso en sí y separado y dividido de otro ser.
Más aún, no hay forma de distinguir entre individualidad genética e individualidad de desarrollo, ya que la individualidad pertenece a la forma dinámica, diacrónica, y está en el fenotipo de un organismo y no en su genoma conservativo o genotipo.
La individualidad en cada organismo se basa en la singularidad de su ciclo vital y no en la unicidad de su genoma.
Es decir no existen copias de seres humanos.
Así el discutido caso de los gemelos monocigóticos dotados de un mismo genotipo, serán dos individuos diferentes, porque la interacción de estos genomas idénticos con el ambiente dará como resultado un fenotipo único respecto a su ciclo vital. Y así, si esperamos un cierto tiempo, podremos constatar que son dos individuos distintos: medirán distinto, tendrán un peso diferente, expresarán sentimientos y deseos distintos, y que sumado a la formación que cultiven explicarán sus particulares biografías.
A modo de conclusión y compartiendo algunas reflexiones del Dr. Carlo Bellieni, nos cuestionamos:
La búsqueda del conocimiento científico ¿se hace con plena conciencia de la vida humana y con la firme obligación de no comprometerla por ningún motivo?
La sola presencia de ese pequeño embrión humano nos está interpelando y reclamando por su propia vida.
“El desarrollo de la técnica no puede olvidarse de que su sujeto es un hombre:¿nos limitaremos a considerar tan solo quien tiene la capacidad o la cualidad que nosotros elegimos?”
“La razón de los investigadores no puede conformarse con una idea de hombre no iluminada del asombro que permite ver lo humano en todas sus formas.”
“El hombre no nace para morir, sino para comenzar” (Arendt, 1988)
“Reconocer al hombre en el estadío de pocas células, o cuando el corazón después de pocos días comienza a latir, es sin duda, un fuerte desafío a la censura anticientífica; es también un esfuerzo que desgasta, porque su consecuencia es el respeto incondicionado de quienes tenemos por delante. Pero negarlo es un triste oscurantismo. Es el oscurantismo del siglo XXI.”
BIBLIOGRAFÍA
Bellieni, Carlo Valerio, “L’alba dell “io” Dolore, desiderio, sogno,memoria del feto”Società Editrice Fiorentina, 2004.
Bellieni, Carlo Valerio,“Ética del asombro en las primeras etapas del desarrollo de la persona”, Medicina y Ética, 2004