09 agosto 2005

Dos clases de salud: mujeres del primer mundo y del tercero. El abortivo perfecto. Los parches y los implantes


Con fondos de la Organización Mundial de la Salud, un equipo de investigación de la Universidad de Cambridge, está investigando en la búsqueda del “abortivo perfecto para las mujeres del países del Tercer Mundo”, según declaraciones del jefe del grupo Dr. Andrew Sharkey.

Se trataría de inhibir la hormona STAT3 que cumple un papel fundamental en la anidación del embrión, “enviando señales químicas” para que “las células del útero lo acepten y dejen que se implante”. Por supuesto, que el nuevo producto es calificado, como casi todos los abortivos químicos, de “anticonceptivo”. De lo que no habla la información de la Universidad de Cambridge es de los efectos secundarios y complicaciones que seguramente se derivarán de alterar el sistema hormonal de las mujeres.

La investigación sin embargo, reafirma lo que la biología enseña, el óvulo fecundado es una vida humana, y por eso es reconocido por el sistema hormonal de la madre. La principal conclusión es, por lo tanto, que merece igual respeto que toda vida humana, aún antes de la implantación, y deshacerse voluntariamente de él es ese período también es un aborto provocado.

Los parches

La Agencia Associated Press (AP) obtuvo a principios de julio el informe oficial del gobierno de los Estados Unidos sobre la seguridad que ofrecen las drogas permitidas por la agencia FDA (agencia del gobierno que autoriza la producción y venta de medicamentos). El informe, Federal drug safety reports, revela que las usuarias del abortivo llamado “parche anticonceptivo”, tienen un alto porcentaje de posibilidades de sufrir trombosis, tres veces más que aquellas que usan las llamadas “píldoras anticonceptivas” que también tienen un alto índice de incidencia en ese tipo de accidentes vasculares. Producidas por los “parches” o por las “píldoras” las trombosis pueden ser mortales o invalidantes de por vida.

Debido a que se guardaba como una especie de secreto de estado, para conseguir el informe la AP tuvo que exigir la información invocando la ley de libertad de información, Freedom of Information Act.

La AP revisó 16.000 archivos que registran los efectos de los llamados “parches”. Encontró 23 muertes asociadas a ellos, desde que fueron aprobados en el 2001. El informe contiene también cientos de cartas de médicos alarmados por sus efectos colaterales que piden a la FDA revisar los protocolos de autorización, por ejemplo la del Dr. Alan DeCherney, editor jefe de la revista médica “Fertility and Sterility” y profesor de obstetricia y ginecología de la UCLA (Universidad de California). Un dato no menor, que dará pie a otras investigaciones, son las irregularidades encontradas en algunos certificados de defunción que ocultarían cualquier relación de la muerte con el uso del parche.

Quien fabrica los “parches” es el laboratorio Ortho Evra (Ortho McNeil), que ya ha sido demandado por usuarias que han sufrido efectos colaterales graves.

Los implantes

Recordamos NG 251 (1999), que con respecto a los implantes (Norplant), otro método abortivo, también llamado “anticonceptivo”, distinto de los parches (se insertan debajo de la piel). Hoeschst Marion Russell, distribuidora del Norplant en Gran Bretaña retiró de la venta este fármaco debido a una disminución considerable de sus uso provocada porque, desde 1995, la British Medical Association recomendó a los ginecólogos no ofrecer el Norplant como opción anticonceptiva, debido sus los efectos secundarios. En 1998, más de 400 mujeres intentaron demandar a Hoeschst por los efectos del Norplant, pero tuvieron que abandonar el juicio porque les fue negada la asistencia legal.

Asimismo en USA, en mayo de 1999, después de varios años de negar sistemáticamente los efectos colaterales del fármaco abortivo Norplant, la empresa American Home Products reconoció que ese producto sí es peligroso e incluso propuso un acuerdo extra judicial a las casi 40 mil mujeres que la demandaron por los efectos colaterales del mismo.

Según informó en su momento el diario The Dallas Morning News, los productores de Norplant estaban negociando un acuerdo económico con las 39.580 usuarias que le entablaron 3.732 juicios colectivos a nivel nacional, por haber sufrido daños de diverso tipo que no fueron advertidos por los laboratorios.

En el mismo sentido el laboratorio Schering el 17-12-02, fue obligado por las autoridades británicas a retirar del mercado inglés, una nueva píldora anticonceptiva, que lleva el nombre comercial de Yasmin, después de que se comprobara que el fármaco podría producir efectos colaterales no especificados en las instrucciones para su uso. Schering había hecho público en abril de 2003 que el pronóstico de ventas anuales de Yasmin sería de 400 millones de euros. (CNN, 17-12-02, NG 587, British Medical Journal -BMJ-, 326; 257, 2003). Sin embargo, el Yasmin (con ese u otro nombre comercial) se sigue comercializando en países del Tercer Mundo.

Este producto y otros similares tienen indudablemente efectos colaterales adversos, como también los parches y los implantes, sin embargo son recomendados por los organismos de las Naciones Unidas, por ejemplo el Fondo para la Población, la UNICEF, el Programa para el Desarrollo) y las ONG del sistema (IPPF, Population Council, Family Health International, Alan Guttmacher Institute, etc.), y se siguen comercializando en países de “marginales”, en los que parecería que existe una clara complicidad de los organismos internacionales y estatales, la clase política en general y las ONG’s locales que con la excusa de la salud de las mujeres, las intoxican con estas drogas, e incluso en algunos casos afirman falazmente que son inocuas.
Juan Bacigaluppi
ABORTO: Un millَn de muertos

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