23 agosto 2005

Madres heroinas...

(Cortesía de Vida Humana Internacional)

Debido a los logros positivos del movimiento feminista, la mujer que triunfa en el mundo de los negocios, en el arte, la medicina, el servicio público, etc.; recibe el premio por sus esfuerzos, ya sea en reconocimiento público o tan sólo en términos materiales. Es justo que así sea, pues aún hoy en día, para poder triunfar en cualquiera de estos campos en los cuales hasta ahora han imperado los hombres, las mujeres tenemos que esforzarnos mucho más que ellos.

Sin embargo, a la mujer que sobresale en el papel de esposa y madre, que es el más importante que Dios le ha confiado, pocas veces se le honra públicamente. En este artículo, y con motivo del Año Internacional de la Mujer, quiero contar brevemente la historia de varias madres heroínas, defensoras de la vida humana que supieron cumplir con este papel, tan vital para la supervivencia de la sociedad.

Juana Beretta Mola, con su hijo.

Tomemos primero el ejemplo de Juana Beretta Mola, valerosa madre italiana que ofreció su vida para salvar al hijo que llevaba en su seno. Prefirió morir de cáncer, antes que matarlo por aborto. Su sacrificio fue reconocido por nuestra Iglesia Católica, la cual la beatificó en 1994, por medio de S.S. Juan Pablo II.

Otras valientes mujeres han seguido su ejemplo. La inglesa Marina Donethy, cuando tenía cuatro meses de su primer embarazo, recibió un diagnóstico de cáncer.

El médico le planteó someterla a un tratamiento de quimioterapia para

aumentar sus posibilidades de supervivencia, pero ella prefirió no poner en peligro la vida de su hijo David. Gracias al sacrificio de su madre el niño nació el pasado mes de noviembre. Ella murió poco tiempo después.

En EE.UU. también existe este tipo de heroísmo. Barbara Barton, de 37 años, esperó a que nacieran sus dos hijos gemelos, antes de recibir tratamiento contra la leucemia, sabiendo que esto le acortaría la vida. Si esperaba hasta después del parto, las posibilidades de retrasar el avance de la leucemia eran mucho menores, pero prefirió no poner en peligro la vida de sus hijos.

También en EE.UU., una ginecóloga de 34 años, Clementina Geraci, optó por salvar la vida de su hijo por nacer. Cuando tenía sólo tres meses de embarazo le diagnosticaron cáncer de la mama. Eran dos sus opciones: 1- luchar contra el cáncer y practicarse un aborto, 2- o tomar medicamentos menos peligrosos para su embarazo y salvar así a la criatura. Optó por esto último. Su hijo Dylan nació hace unos meses y sumido en un plácido sueño asistió al funeral de su madre, quien falleció en Riverdale, Estado de Maryland. Clementina grabó en sus últimos días de vida un video, para que su hijo pueda conocerla algún día.

Carla, otra heroína italiana del amor materno, sólo tenía 26 años cuando esperaba a su segundo hijo. El médico le había diagnosticado cáncer y le había advertido: "Dar a luz al niño que llevas en tu vientre enfermo es renunciar a tu propia vida". La alternativa era: o ella o el niño. En su diario Carla escribió: "Mi vida por la de mi hijo, ¿qué más puede querer una madre? Cada día que pasa es un día más para Stéfano y uno menos para mí". Estas valientes palabras nos recuerdan las de Jesús: "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos" (Juan 15:13). A pesar del inmenso sacrificio de esta valerosa mujer, su hijo murió apenas ocho días después de nacido, a consecuencia de un paro cardíaco. Al recibir la noticia, el esposo de Carla declaró: "Stéfano ha vuelto a los brazos de su madre".

Existen en el mundo actual muchas más madres heroínas, que aunque quizás no lleguen al sacrificio supremo, hacen diariamente incontables sacrificios por sus hijos. Las suyas son muestras del amor noble y desinteresado de la madre, que lo da todo sin esperar nada a cambio. Ellas generalmente no reciben premios o halagos públicamente, pero Dios, que conoce estos sacrificios, se los recompensará al ciento por uno
.
Damos gracias a Dios por ellas y a Él rogamos para que su digno ejemplo sea imitado y sirva para persuadir a las mujeres que acuden al aborto como falsa "solución", de que la mujer es guardiana de la vida humana, no verdugo.

Rechazó el "aborto eugenésico"


Soy médico, casada desde hace nueve años. Ocho años atrás, cuando realizaba el internado rotativo enfermé de rubéola, presentando al mismo tiempo un embarazo de siete semanas de gestación. Me sentí presa del pánico; conocía todos los riesgos para la vida del hijito que llevaba en mi ser y se me había enseñado que la "solución" en estos casos era el "aborto eugenésico", es decir, impedir el nacimiento de un ser anormal abortándolo (dándole muerte antes de que naciera).

Recurrí por último a una persona muy especial que podía orientarme. No me aseguró que el niño nacería sano o enfermo; su pregunta fue: "¿Qué derecho tiene usted para privar de la vida a otro ser humano?".

Mi esposo y yo tomamos la decisión de aceptar a nuestro hijito tal como viniere, sano o enfermo. Suspendimos todas las pruebas para detectar posibles anomalías y empezamos a prepararnos para recibirlo. Llegó el momento esperado..., nuestro hijo nació.
Ha transcurrido el tiempo. Hoy en día aquel niño tiene siete años de edad y es un regalo del Cielo; hermoso, saludable y dotado de cualidades excepcionales.
"En efecto, la Iglesia cree firmemente que la vida humana, aunque débil y enferma, es siempre un don espléndido del Dios de la bondad" (Christifidelis Laici).

Madre con cáncer sigue adelante con su embarazo
La Sra. Andrea Holland, de Catonsville, Estado de Maryland (EE.UU.) estaba embarazada cuando le diagnosticaron cáncer. Le "aconsejaron" que se practicara un aborto, pero ella rehusó permitir que mataran a su hijo y escogió la vida continuando con su embarazo. Dio a luz a un niño, a quien llamó Samuel. El niño nació prematuro pero saludable. La Sra. Holland regresó a casa y, junto con su esposo James, el padre de la criatura, pudo sostener en sus brazos a su hijo.

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