El periodista se hace pasar por el padre de una universitaria de 18 años embarazada de 29 semanas (más de 7 meses, el límite legal para abortar en Reino Unido es de seis meses). Acude a la elegante clínica de la doctora Saroj Adlakha, ginecóloga de origen indio, ubicada en uno de los mejores barrios suburbios de Birmingham.
El periodista de incógnito explica que su hija estaría más o menos animada a tener el bebé, que el bebé está perfectamente sano, pero que él y su mujer piensan que tener un niño ahora truncará la prometedora carrera de la muchacha y le han convencido para que aborte. Nadie en Inglaterra hará un aborto de 29 semanas, va contra la ley. Así que, explica el periodista, confían en la doctora Adlakha porque les han dicho que una vez acompañó a España a abortar a una chica de 31 semanas.
La doctora admite que efectivamente lo hizo, que en noviembre del año pasado acompañó a Barcelona, a la clínica Ginemedex, a la hija de una colega ginecóloga que estaba de 31 semanas. Y que va a ayudarles con su hija. Primero habrá que hacer un escáner a la chica y mandarlo por fax a Barcelona. Allí mismo, delante del periodista, llama al Hospital de Mujeres para pedir, como doctora, el escáner, y por si acaso llama a una clínica privada para pedir otro. Quizá, si esta chica no está de 29 semanas, si se equivoca y está de 25 semanas, podría encontrarle alguien para resolver el problema sin ir a España.
-¿Hasta 25 semanas? –pregunta el falso padre, con la cámara oculta grabando. El periodista sabe que eso está fuera del plazo de la ley británica.
-Sí, porque les digo que lo hagan y ellos lo llevan a cabo –afirma la doctora Adlakha.
"Mejor que matar el bebé fuera, lo matas dentro"
La doctora Adlakha conoció Ginemedex gracias al BPAS, el Servicio Británico de Asesoramiento para el Embarazo, un organismo financiado por el Estado para aconsejar a las mujeres dónde y cómo abortar, y que envía a Barcelona a las chicas con embarazos ya avanzados. El periodista le pregunta a Adlakha cómo es que sólo el BPAS, de entre todas las variadas y poderosas entidades abortistas británicas, envía chicas a Barcelona:
-La razón es ... bueno, no quiero que se eche para atrás –dice bajando la voz- pero es porque estás matando un bebé. Mejor que matar el bebé fuera, lo matas dentro.
Dicho esto, la doctora explica su visión del aborto social.
-Una cosa que le diré es que yo no daría mis hijos a alguien que no conozco para la adopción. No sabe usted con quién va a ir, que tipo de vida va a tener. En vez de arruinar una vida, está arruinando dos: la vida de la hija de usted y la vida del bebé –concluye la doctora su alegato contra la adopción. La cámara oculta lo registra todo.
La doctora tiene una hija en un caro colegio privado de Birmingham. Conduce un gran BMW. Su casa es cara y es atendida por varias personas de servicio doméstico, explica el SUNDAY TELEGRAPH.
700.000 pesetas el aborto tardío
En el caso destapado el mes pasado por Daniel Foggo y Charlotte Edwards del SUNDAY TELEGRAPH, cuando viajaron a Barcelona y se infiltraron en Ginemedex haciéndose pasar por una pareja que quería abortar, les dijeron en la clínica que allí hacían abortos hasta 30 semanas, no más. En el caso de la chica de 31 semanas, la presencia de la doctor Adlakha en Barcelona ayudó a animar al personal de Ginemedex. Las 3.000 libras que dice la doctora que cuesta un aborto así (4.268 euros, es decir 710.000 pesetas) también ayudan a animar al personal.
“El miércoles pasado éramos unas 150 personas manifestándonos ante Ginemedex denunciando su impunidad y la inacción de las autoridades”, dice Miquel Mundet, de Jóvenes E-Cristians, con un ejemplar del SUNDAY TELEGRAPH en sus manos. “Y ahora resulta que en pocos días tenemos más revelaciones. Yo soy joven y no viví el franquismo, pero dicen que en aquella época para enterarte de las cosas tenías que leer la prensa extranjera. Al parecer, seguimos igual porque la prensa española no se entera de estas cosas”.
En cambio, en el Reino Unido, las nuevas revelaciones se suman al debate abierto por las anteriores y ya hay reacciones.
“La doctora Adlakha debería ser deshabilitada y la policía en Birmingham y Barcelona debe investigar inmediatamente las implicaciones criminales”, dice desde Londres Josephine Quintavalle, la portavoz de la asociación pro-vida CORE (www.corethics.org). “Ya nos han prometido una investigación del Chief Medical Officer, Sir Liam Donaldson. Esperemos que se muevan rápido”.
Quintavalle además señala otro detalle del nuevo artículo:
“Parece que las inglesas no son las únicas europeas que acaban en Ginemedex en Barcelona. La doctora Adlakha habla de una clienta francesa y una alemana durante su visita. España actualmente está incómoda por las acusaciones de racismo asociado con sus aficionados al fútbol. ¿Quieren ahora ser vistos como el campo asesino del aborto de Europa? La clínica Ginemedex debe cerrarse.”
Las claves del fraude de ley
En el encuentro de unas 150 personas desafiando el frío ante Ginemedex el pasado miércoles, los asistentes pudieron escuchar fragmentos traducidos y leídos en alto de los diálogos grabados por los periodistas con los médicos, enfermeras y empleados de Ginemedex y del BPAS, donde explican los pasos para hacer el fraude de ley. Estos pasos los explica también la ginecóloga de Birmingham en el nuevo reportaje:
-“Ellos escriben, y te dicen antes de hacerlo, que la chica está embarazada de 22 semanas y que hay una anormalidad física”, explica Adlakha desde su despacho sin saber que está siendo grabada.
No explica la otra gran excusa: escribir en los que papeles que hubo una emergencia ginecológica que “pone en riesgo a la madre” y que les permite hacer el aborto.
Las informaciones captadas a la doctora Adlakha pueden servir a Juristas Cristianos de Cataluña para fortalecer aún más la denuncia que están preparando contra esta clínica.
Cuando se publicaron los escándalos de octubre, las autoridades sanitarias de la Generalitat se limitaron a hacer una breve visita al centro de los abortos y ver los papeles rellenados por los mismos abortistas. Ningún político español se ha pronunciado, al contrario que en Reino Unido, donde la diputada Ann Widdcombe y otros parlamentarios piden que se depuren las responsabilidades criminale simplicadas.
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