07 junio 2005

Una reseña de un libro de Hugo Wast


Pongo un extracto
"Autobiografía del hijito que no nació"

"Mi cuerpo es tan pequeño todavía que no puede ser visto por los ojos de nadie, pero mi alma ya es tan grande como lo será siempre"... "la de que Dios me ama desde antes que yo existiera con un amor inmenso y que la Santísima Virgen es Madre de Dios y también madre mía, otra madre que me quiere más que la que ahora me lleva en su seno"
"La luz del corazón de mi madre me deslumbra - dice el niño - Parece ahora mil veces más intensa que hace un rato y yo, pobrecito de mi, que he recibido ya tantas lecciones de mi ángel, no sé que es este calor precioso que me penetra el corazón y esta claridad que tanto me alegra.
- Tu mamá - dice Absalón, que ha plegado sus alas y se ha puesto de rodillas - acaba de comulgar. Lo que tú estás sintiendo es el amor a Cristo Jesús, que en este momento está muy cerca de ti.
-¿Puedo hablar yo con El?
- Sí, dile que lo amas. El te comprenderá.

No me limito a decirle que lo amo, por mi cuenta agrego otra cosa.
- Señor, te amo... Quiero nacer para ser tu sacerdote y perdonar los pecados de los hombres. ¡No permitas que me maten, Señor!"

El custodio: "Tenga piedad de este niño que todavía vive. Usted que sabe la fórmula, bautícelo" . Porque, por misterioso designio del Señor, un ángel, que tiene la visión Beatífica y acompaña a la Virgen diariamente, no puede administrar los sacramentos. Sólo un hombre puede hacerlo.

Libro profundamente humano, en fin, porque muestra la verdadera naturaleza creatural del hombre, allí, en el confín de lo visible y lo invisible. De esta peculiar autobiografía se desprende toda la sana antropología, aquella que busca la contemplación de Dios en el fondo del alma. In interiore homine habitat veritas, como ha dicho San Agustín. Si el libro describe la infamia horripilante del aborto, producida en la oscura aceptación de los padres, es para señalar otra "noche de las entregas", en las conciencias oscurecidas por el pecado, pero también para inocular el sentido de nuestra esperanza. Porque eso es lo sublime del hombre, el ser capaz de lo peor, por su caída en el pecado, pero también de lo excelso y diáfano, por su tensión a Dios, por ser capax Dei .

Hugo WAST: Autobiografía del hijito que no nació, Buenos Aires, Theoría, 1994

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