26 julio 2005

El útero más peligroso que las trincheras


Estados Unidos fue uno de los primeros países en legalizar el aborto, a comienzos de los años setenta. Y el balance al cabo de tres décadas es muy elocuente: más de 45 millones de fetos destruidos.

Un balance muy superior al de estadounidenses muertos en todas las guerras en las que ha intervenido la Unión (1.196.000), según el Elliot Institute News. Mientras, en nuestros días, la juez del Tribunal Supremo que votó para aprobar la ley del aborto, Sandra Day O’Conner, se retira.

La sustituye John G. Roberts, designado por el presidente Bush. De brillante trayectoria, Roberts es un defensor de la vida y su papel puede ser clave en esa decisiva batalla. El hecho de que los partidarios del aborto se muestren decepcionados ante esta elección resulta revelador.

Lo cierto es que los estragos producidos por la legislación abortista son un hecho en la sociedad norteamericana, superando a los producidos en todas las guerras de su historia.

La más cruenta fue la de Secesión (1861-1865), en la que perdieron la vida 558.052 personas (359.528 en el bando del Norte y 198.524 en el confederado); seguida de la Segunda Guerra Mundial, con 407.316 víctimas, a bastante distancia de la Primera -116.708 muertos-, debido a que en esta última los estadounidenses sólo participaron en el último año y medio de la contienda (1917 y 1918).

La de Vietnam (1962-1973), fue la guerra más impopular de la historia americana, debido a su larga duración (11 años), a que EE UU no consiguió ganar y al fuerte clima de contestación juvenil que provocó.
Se cobró más de 58.000 vidas. Una cifra superior a la de Corea (1950-1953), con 33.651 muertos. Pero aun con todo, se queda muy por debajo de la cifra de bajas causada por la legislación abortista en el seno materno.

Lo que no pudieron los obuses, ametralladoras y bombas en casi 200 años de historia, desde la Guerra de la Independencia (1776-1782), lo ha conseguido el aborto legal en menos de tres décadas.
Mentira y manipulación

Todo comenzó en los primeros años setenta. El clamor a favor del amor libre, el sexo libre y la libertad individual se oía como un estruendo. Una joven del estado de Texas, llamada Norma McCorvey, denuncia que ha sido violada por un grupo de jóvenes. Se queda embarazada. Contrata a dos abogadas, Sarah Weddington y Linda Coffee, recién graduadas por la Facultad de Leyes de la Universidad de Texas. Ambas salían de las aulas con ánimos de cambiar el mundo, con aspiraciones profesionales y secretas ambiciones...

Tantas como para querer atacar la ley que prohibía el aborto. ¿Qué necesitaban? Una clienta. Convencen a Norma (a la que llaman Roe) para que luche por abortar en vez de entregar a su bebé en adopción, que era lo que se venía haciendo antaño.
850.000 vidas han sido destruidas desde que los socialistas aprobaron la ley en España
El caso fue llevado a juicio varias veces hasta llegar al Tribunal Supremo, donde se emite el fallo que legaliza el aborto en los 50 estados del país norteamericano. Mientras se litigaba el caso, la bebé que Norma McCorvey esperaba nació y fue entregada en adopción.

En 1987, la misma Norma admitió que no había sido violada y que el padre de su hija era una persona conocida. El relato sobre los pandilleros resultó ser una mentira. Igual que otros casos que han hecho que el aborto florezca en este país, como el Doe vs. Bolton.

La discusión sobre el aborto sigue causando polémica en Estados Unidos y promete ser uno de los temas calientes de los próximos años. Se considera que el próximo presidente tendrá la oportunidad de nombrar varios miembros de la Corte Suprema que puedan cambiar el rumbo de la ideología de este país.
Por Julia Urgel

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