13 febrero 2006

Mi vida la dejé en un quirófano



Tenía 20 años, toda la vida por delante, estaba estudiando Magisterio, y llevaba 1 año con mi novio, aunque parecía que llevábamos toda la vida. pues bien, nosotros usábamos el preservativo, siempre, pero algo falló. Tenía que ponerme mala un 26 de agosto, y desde el 15 sabía que estaba embarazada, aunque quería negarlo, con todas mis fuerzas. El día 26 no me puse mala, y se lo dije a mi novio, que dijo que esperara los 10 días esos que te dicen para hacerte la prueba. Da la casualidad que la novia de un amigo de mi novio estaba embarazada de 5 meses, y él la había dejado porque ella no quería abortar. Mi novio estaba muy enfadado con su amigo, y a ella la acogimos nosotros, ya que estaba hecha polvo. Después volvieron, pues se lo pensó mejor. bueno, llegó el día y fuimos con ella a hacerme la prueba, yo vomité el desayuno, estaba cantado. Cuando pasó la media hora y fuimos a la farmacia, quería morirme, positivo. Todo se me vino a bajo. Ella me abrazó y me dijo que si lo iba a tener, y yo le contesté que si.

Bueno, ese día fue largo, pues yo no podía articular palabra. No dije nada en casa, y así fuimos a hacerme una eco, estaba de 4 semanas, y el ginecólogo nos preguntó que si lo íbamos a tener, a lo que mi novio contestó con un sí rotundo. Yo siempre he estado en contra del aborto, y no pensé en abortarlo, por lo menos no conscientemente.

Tardé un mes en decirlo en casa, y se lo tomaron bien, no me dijeron nada, solo que ese niño/a era bien recibido y que siguiera con mis estudios.

Seguimos adelante, hasta que, no sé por qué, empecé a pensar que yo no quería vivir toda la vida junto a mi novio, y que el tener ese niño me ataba a él. Hablé con él, que me dijo que aunque no estuviéramos juntos él sería su padre, y ejercería como tal.

Entonces apareció la que yo creía que era mi amiga, y empezó a decirme que era muy joven, que nunca podría vivir unos 20 años, que me haría una vieja de golpe...

No trato de disculparme, yo tuve la culpa, pero empecé a ver a mi hijo como una carga. Hablé con el padre y me dijo que no abortara, que él se lo quedaría, pero que no matara a su hijo. Por supuesto que en casa no dije nada, pero esa idea no se me quitaba de la cabeza. Pensé que su padre ahora decía eso, pero después no lo querría y que si se lo quedaba en mi casa no lo iban a permitir, empecé a montarme unas películas sobre lo que pasaría y decidí pedir ayuda. Una ayuda equivocada, fui al centro de salud y hablé con la psicóloga, que me dijo que yo era muy joven, y que ya tendría tiempo de tener un hijo, pero que ese no era el momento, me dijo que no cometiera la locura de dárselo a su padre, pues me arrepentiría toda la vida, y que además no me dejaría verlo si yo al final decidía que quería formar parte de su vida. Me dio cita para la semana siguiente, en esa semana yo lo tendría que tener pensado, pues ya estaba de 15 semanas, y para eso había un limite.

Esa fue la semana más horrible de mi vida, pues no quería decir nada a nadie, ni siquiera a su padre, pues sabía que ellos estaban en desacuerdo.

No fui a la cita de la psicóloga, pero fui a otra peor, una clínica de mi ciudad donde matan a los bebés. Si, fui yo sola, una mañana, convencida de que lo que iba a hacer era lo mejor. Toda la noche la pasé despierta, hablando con mi bebé, pidiendo que me perdonara y me entendiera, pues pensé que esa vida seria mala para él o ella.

Bueno, llegué a la clínica y después de hacer un pequeño cuestionario, pagar, hablar con uno y otro, me llevaron a la sala de espera, allí no me acuerdo cuantas había, pero había una chica a mi lado que no paraba de llorar, me dijo que su novio la había dejado por no abortar, y que ella lo quería demasiado, que lo hacia por él. No lloré, no lloré por mi hijo, estaba como en una nube, no era consciente de lo que iba a hacer. me llamaron, era mi turno, Me dieron un camisón abierto por detrás y me tumbé en una camilla, fue curioso, mientras lo hacia pensaba que eso se parecía a la consulta del ginecólogo, pero había un olor extraño, un olor a muerte. Me hicieron una eco, no recuerdo si en ese momento, yo antes, y confirmaron que estaba de 16 semanas de gestación. yo no la vi, la pantalla estaba mirando hacia el médico¿? nada, me tumbé y lo hicieron, no me dormí, no del todo, pude oír como sacaban los restos de mi bebé, y como se referían a EL, era un niño. Me sentí vacía. Cuando acabaron me pasaron a otra sala, me dijeron que me vistiera pasado un rato y me explicaron lo del sangrado. nada más. Ni siquiera me preguntaron cómo me sentía. Bueno, cuando salí de allí, iba vacía, y con pena, mucha pena. Me daba pena de mi hijo, que era un niño y ya le habían puesto nombre de su padre, de mis padres...

No me sentí aliviada, como pensé que ocurriría, y ahora tendría que decirlo.

Llegué a casa y mi madre me preguntó qué me pasaba, le dije que había manchado un poco y me dijo que no me preocupara, que al día siguiente, si seguía manchando me llevaba a urgencias.

Estuve toda la noche llorando, y por la mañana me fui a urgencias, dije que estaba sangrando, que había abortado.

Llamé a mi madre desde el hospital y vino a recogerme, claro, al ver el informe se dio cuenta de lo que había hecho, pero se hizo la loca. Me abrazó y me dijo cuánto lo sentía por el bebé y por nosotros.

Ella fue la que llamó al padre del bebé, que vino enseguida a casa y me abrazó. Me di asco a mi misma, le había quitado a su hijo y él me abrazaba. Lloró, y yo con él, como un bebé indefenso, lloró y gritó, pero siempre abrazado a mi, a la que había matado a su hijo.

Me pidió las ecografías anteriores que tenía, y la prueba de embarazo, y en el sobre donde iban metidas puso su nombre

Han pasado 6 años, y todos los días me acuerdo de Ignacio, no hay un solo día de la semana que no piense qué sería de él, qué estaría haciendo. En Abril cumpliría 6 añitos, y no lo dejé, no le di esa oportunidad. El padre siempre estuvo pendiente de mí. Se casó el año pasado y acaba de tener un bebé, un niño precioso, igual que él. Le pregunté el nombre que le iban a poner a su mujer y me dijo: Le quería poner Ignacio, como su padre, pero él no quiere, se llamará Pablo

Sé que él, al igual que yo, nunca ha olvidado a ese niño, y que me perdonó, pero yo nunca podré perdonarme por no haberle dejado disfrutar de su padre, por no haber permitido que ese niño naciera, por no haberle querido como lo quiero ahora. Nunca podré perdonarme por el daño que le he hecho a los dos, a uno por matarlo y al otro por quitarle a su hijo, a ese hijo tan querido y deseado. Le pido a Dios que lo tenga con él, que le dé besos y cariño, que le enseñe a hacer cosas, leer, escribir, que le enseñe los colores, la vida. Solo espero que mi bebe me perdone y que cuando yo muera este esperándome, y que le llegue todo mi amor, todo ese amor que le negué cuando más lo necesitaba.

Bueno, ni que decir tiene que toda esa vida por delante que me quedaba la dejé en aquel quirófano, junto a mi bebé, pues la vida ya para mi no tiene sentido. No quiero volver a enamorarme, pues sé que me sentiría muy culpable si me quedara de nuevo embarazada, por darle mi amor a otro bebé, por no haber dejado que su hermano naciera y tenerlo a él entre mis brazos. No puedo y no quiero. Esa será mi penitencia.


Adopción espiritual

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