El Ministerio de Sanidad, que anuncia un informe sobre la casuística del aborto debe afrontarlo con el máximo rigor y sin paños calientes, porque si ante las cifras expuestas la respuesta oficial es, como dijo ayer la titular de ese departamento, insistir en la educación sexual y el uso del preservativo, difícil será que se enderece la tendencia actual. Animadas de las mejores intenciones profilácticas frente al sida y a los embarazos no deseados, las campañas del 'Póntelo, pónselo' iniciada en el año 1989, o de 'El preservativo es divertido, juega sin riesgos', en 1998, han fracasado de cara a la adolescencia en la información, en la formación o en ambas a la vez. Las estadísticas demuestran en líneas generales que los jóvenes están sensiblemente mejor informados respecto a la sexualidad y los riesgos de embarazo que hace diez años, pero donde se produce el fracaso es en las conductas que no se muestran coherentes con el nivel de información.
Es social y moralmente sano alejar el sexo del tabú, pero la educación en la naturalidad no debe confundirse, como a veces ocurre, con la banalización de las relaciones sexuales. Ni la permisividad con una desinhibición ignorante de la responsabilidad en la que se sustentan aquéllas. Si a ello se suman reiteradas campañas públicas promocionando el preservativo entre toda clase de públicos, sin matices, y la negligencia de los padres incapaces de educar en lo que ellos quizás nunca entendieron bien, no son de extrañar esas cifras sobre el aborto. Lo insólito sería la pasividad colectiva ante un grave problema de salud pública que requiere soluciones adecuadas y urgentes
La Rioja
Adopcion Espiritual
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