29 enero 2009

Los test de paternidad prenatal, un riesgo de aborto añadido

En el Reino Unido se ha pasado de 2.000 test de parternidad prenatales hace 15 años a 20.000 anuales en la actualidad. La fracasada reclamación judicial de un padre desengañado dispara la demanda en el Reino Unido. Quienes lo hacen en España dicen que el test salva vidas, porque la mujer que duda aborta.

Santiago Mata

Madrid. La semana pasada, un tribunal de Bournemouth, en el sur de Inglaterra, rechazó la reclamación de Mark Webb, que pedía una indemnización de 192.000 libras (205.600 euros) al auténtico padre de la que él pensaba que era su hija. El tribunal rechazó la pretensión porque el hombre con el que la mujer de Webb tuvo a su hija, Allen Mottram, ni sabía que era el padre de la criatura ni había tratado de convencer a Webb de lo contrario, es decir, de que la hija a la que crió durante 17 años era legítima. De hecho, fue la joven, Elspeth Chapman, hoy de 22 años, quien se enteró del asunto al leer el diario de su madre, Lydia.

Falta saber si Webb demandará a su propia mujer, pero en el Reino Unido el asunto ha provocado un notable aumento de los test de paternidad prenatales. Desde mediados de los 90, esta demanda se ha multiplicado por 10, según escribía el domingo en Sunday Times el periodista Daniel Foggo, que fue quien destapó el escándalo de los abortos ilegales de Carlos Morín en Barcelona con un artículo publicado el 10 de octubre de 2004 en el Daily Telegraph.

Infidelidad y aborto

Los especialistas británicos reconocen que el motivo por el que unas 20.000 británicas deciden no esperar al parto para saber quién es el padre de su hijo es la infidelidad matrimonial. La ley británica exige que los test de ADN se hagan con permiso de la persona cuyas células están implicadas, por lo que las mujeres que sospechan que el hijo pueda ser de otro hombre tienen que obtener su consentimiento para hacerlo. Los test cuestan entre 99 y 234 libras (de 107 a 252 euros). Se calcula que uno de cada 25 hombres tiene por suyo a un hijo que no lo es.

Entre las empresas que hacen test de paternidad prenatales consultadas por Foggo, algunas como International Biosciences, de Sussex, dicen que lo hacen “sólo como último recurso” y que a las mujeres que dudan sobre si su hijo es de su marido tratan de "persuadirlas de que esperen a que nazca el niño. El hecho de que puedan querer una terminación (aborto) es precisamente la razón por la que somos muy cuidadosos al hablar con ellas, porque obviamente no podemos aprobar o apoyar eso”, afirmaba Mark Pursglove, de la citada empresa.

Otras compañías, como DNA Bioscience de Londres, directamente se niegan a hacer los tests en estos casos, según declaró Rebecca Butler a Foggo: “Es una cuestión moral más que nada. Con frecuencia, al marido se le deja completamente al margen. Y, en un asunto tan peliagudo, nos apartamos. No queremos vernos implicados”. Josephine Quintavalle, fundadora de Comment on Reproductive Ethics, añade: “Es obvio que quienes piden el test podrían querer abortar. Así que quienes ofrecen ese test están animando a soluciones de ese tipo”.

En España, el Dr. Jaime Buch, del laboratorio Neodiagnóstica, que realiza estas pruebas en Barcelona, opina que “permite salvar muchas vidas”, porque la mujer que sospecha que el bebé no es de su pareja aborta si no tiene dinero para la prueba (1.200 euros, el triple que un aborto). Pero la mayor parte de las pruebas confirma que el bebé sí es de su pareja y en este caso se evita un aborto, en opinión de Buch: “No forzamos a hacer el test y tampoco forzamos a esperar al nacimiento para hacerlo”.



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