07 febrero 2005

Por qué «Bea» abortó a los 6 meses si se supo con 4


Por qué «Bea» abortó a los 6 meses si se supo con 4
El caso de Beatriz, una mujer de 25 años pero con una edad mental de tres, conmocionó a España hace unas semanas al conocerse la disputa entre quienes querían que abortara y quienes se oponían.Según ha sabido CRONICA, hubo constancia mucho antes del embarazo, pero por cuestiones burocráticas se dejó pasar el tiempo. [-«OBSERVÉ muchas irregularidades... con respecto a los niños, puse en conocimiento a la dirección que no recibían la atención que necesitaban, hasta el punto de que hay una chica interna embarazada. Que teniendo conocimiento de que el Ayuntamiento de Avilés concede subvenciones a dicha entidad, solicito que se tomen las medidas oportunas para controlar dichas irregularidades...»]
    - ESCRITO DE UNA EX TRABAJADORA (Recibido en el Ayuntamiento de Avilés el 25 de noviembre de 2004)
PATRICIA DEL GALLO
Beatriz, en el centro rodeada por un círculo, junto a un grupo de internos disminuidos psíquicos en el centro La Amistad, de Avilés, donde presuntamente se quedó embarazada hace ahora seis meses.



La vida de Beatriz dejó de ser privada y anónima el pasado mes de noviembre, tras salir a la luz su embarazo. Con 25 años y una mentalidad de tres, su familia había decidido pedir al juez la tutela para que le fuera practicado un aborto que finalmente se le realizó en enero, a los seis meses de gestación.

Muchos fueron los que lanzaron entonces sus voces y sus críticas contra la decisión de la familia, pero muy pocos se preocuparon de averiguar en qué condiciones había vivido la joven los últimos meses, cuál era la situación por la que atravesaban sus padres o qué apoyo habían recibido en todo este asunto.

Cansada de ver el sufrimiento de esa familia acosada por algunas asociaciones antiabortistas y medios de comunicación, Rosi, una amiga íntima de la familia de Beatriz, ha querido dar a conocer lo que realmente ocurrió porque ellos, asegura, «no son los culpables.Lo son otros, con nombre y apellido. Y, en este caso, hubo como mínimo negligencia».

Según esta amiga, los padres y hermanos de Bea, como la conocen todos, se enteraron del embarazo de la joven el día 3 de noviembre por una llamada de la Consejería de Asuntos Sociales, y no de los responsables del centro en el que vivía. Apenas dos días antes, en una visita habitual, su hermana había notado que Bea parecía «muy gordita, con la cara hinchada y muy nerviosa». Estaba ya de cuatro meses y medio.


SUSTO


En ese momento el mundo se les viene encima. Con un padre cargado de problemas personales y una madre con una grave enfermedad, los hermanos no saben qué hacer ni dónde acudir. Solo saben que no quieren que la gestación siga adelante. En la familia han fallecido ya tres hijos deficientes, el último en el centro donde vive Bea. Lo que hasta ahora no han logrado entender es cómo ha podido pasar tanto tiempo hasta que se dieron cuenta del embarazo.

Días más tarde, el 24 de noviembre llegó un escrito al Ayuntamiento de Avilés -y poco después a la Consejería de Bienestar del Principado- en el que, entre otros asuntos, se alertaba de que los niños que junto a Bea vivían en el centro La Amistad, especializado en deficientes mentales y subvencionado por la Administración, «no reciben la atención que necesitan» e incluso se hace referencia a que en ese momento «hay una interna embarazada».

La Consejería pide entonces un informe al centro y a partir de ahí, según aseguró el responsable de comunicación, Silvino Alvarez, «debe ser la familia quien lo denuncie, si cree que ha podido haber algún tipo de abuso». Y así lo hicieron. Los familiares de Bea acudieron al Juzgado porque están convencidos de que su hermana sufrió abusos sexuales.

Comenzaron los trámites legales, las idas y venidas de Beatriz a los juzgados de Avilés, y los contactos con clínicas madrileñas para realizar el aborto. Ahí surgió otra sorpresa: Bea, a pesar de sus 25 años y de que vive amparada por una asociación especializada en discapacitados, no tiene la tutela familiar. Es decir, que ellos no pueden disponer de la suerte de su hija. Según Rosi, a la familia nadie le había dicho que tenían que hacerlo. Este extremo ha extrañado a muchos juristas porque no es habitual que con 25 años una deficiente con una mentalidad de tres no tenga la tutela de sus padres.

Cuando la solicitan, Bea ya está de cinco meses. Los trámites son largos y el tiempo pasa. El embarazo sigue adelante. Los amigos de la familia aseguran que la joven en ningún momento fue consciente de su estado. «Tenía mucho apetito y lo que le alteraba era ese ir y venir de un lado para otro, madrugar para acudir al Juzgado, coger el coche y viajar a Madrid cuando nunca lo hacía...», aseguran.


ABORTO GRATIS


Desde una clínica de la capital de España, según Rosi, les ofrecieron incluso la posibilidad de llevar a cabo el aborto antes de tener los papeles de la tutela en regla, pero la familia se negó, porque querían hacerlo todo legal y porque si Beatriz abortaba no habría posibilidad de demostrar una posible violación. Los trámites siguen su curso en el Juzgado, pero lentos. Es diciembre y los festivos no cuentan.

En el puente de la Constitución y la Inmaculada, Bea ya está de cinco meses y medio. Veinte días después el titular del Juzgado número 1 de Avilés, José Luis Niño, devuelve por fin la tutela a sus padres. No era el final. El polémico asunto llevó al fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, Gerardo Herrero, a anunciar una hora antes de que terminara el plazo legal que presentaría un recurso a esa decisión. Aunque finalmente no lo hizo, sí retrasó unos días más todo el proceso.

En España, el límite legal para realizar un aborto es de 24 semanas, a excepción de que corra peligro la vida de la madre o tener el hijo suponga un deterioro de su salud física o mental. Expertos consultados aseguran que un feto de 24 semanas de gestación ya grita dentro del vientre y Bea estaba de más de 20. Además, el asunto trasciende y pasa del ámbito privado a ser un tema de debate y portada de los medios de comunicación de media España.Varias organizaciones antiabortistas se ponen en pie de guerra.

Hazte oír organizó una campaña de recogida de firmas y concentraciones silenciosas. Ésta y otras organizaciones llegaron a solicitar la tutela de la joven y su bebé para que no le fuera practicado el aborto. Se comprometieron a buscarle al niño unos padres adoptivos.Llegaron a enviar cartas a clínicas de Madrid y Barcelona pidiendo que, en caso de que el juez autorizase el aborto, se negaran a realizarlo. También recurrieron el fallo judicial que permitía acabar con el embarazo.


AMENAZAS


La Asociación Asturiana de Defensa de la Vida Humana (ADEVIDA) intentó, sin éxito, personarse en la causa para defender los derechos del nasciturus pero su petición no fue atendida. Rosi, la amiga de la familia, aseguró que esos días «fueron muy duros.Todo el mundo hablaba de nuestro caso, y de nosotros. Se recibieron llamadas insultantes y amenazas: "si lo hacéis, ateneos a las consecuencias"».

Finalmente, en el mes de enero y con todos los papeles en regla, a Bea le practican un aborto, dos meses después de que sus padres tuvieran conocimiento de su avanzado estado de gestación. Según Rosi, «no entendemos cómo se tardó tanto y por qué no se pusieron los medios adecuados, porque, de haberlo hecho, esta situación se habría evitado».

Sobre este tema Aida Fernández, responsable del centro, asegura que «lo poco que teníamos que hacer en este tema lo hemos hecho.El resto le corresponde a la Justicia. Nadie se puede creer que en tanto tiempo el centro que cuida a los niños no se percatase del embarazo». Fernández no quiso añadir nada más. Tan sólo pidió respeto para la joven y la familia en todo este asunto que se aclarará, aseguró, «muy pronto».

Durante los últimos años Beatriz vivió en esta casa tutelada de Avilés perteneciente a la asociación La Amistad. El centro posee un piso de los denominados respiro en Avilés, al que los niños deficientes acuden a recibir clases. Luego regresan a sus casas, salvo algunos, como Bea, que duermen en la casa que la Asociación tiene en la misma ciudad.

Quienes conocen a Beatriz, aseguran que es una niña risueña y alegre, que no calla ni un momento. «Habla por los codos» afirma Rosi. Le gusta pintar, dibujar y hacer deporte. Físicamente su aspecto no denota su retraso: es morena y bajita y tiene total movilidad. Sólo necesita ayuda para alimentarse.

Cuando entró en este centro, según Rosi, la familia solicitó que se tomaran medidas porque era una joven con la sexualidad muy despierta y temían que algo así pudiese ocurrir. Sin embargo, los responsables no lo creyeron oportuno porque los niños estaban controlados día y noche por sus monitores y no habría ningún problema. Pero puede que los hubiera...

Al menos dos personas que hicieron prácticas en este centro, entre noviembre y diciembre de 2003, María Teresa Alonso y Alicia Fernández, aseguraron a este suplemento que lo que vieron en los dos meses que estuvieron allí «no era normal».

Una de las internas, a la que llamaremos Sara para preservar su identidad, ronda los 40 años y padece un retraso mental profundo.Según el testimonio de estas dos jóvenes, y de otras tres personas que estuvieron vinculadas laboralmente al centro y que han querido permanecer en el anonimato, la joven pasa todo el día atada con correas a la silla, sin que nadie la mueva ni la saque a pasear.«Así la dejábamos cuando nos íbamos por la mañana y así la volvíamos a encontrar cuando regresábamos al día siguiente».

Sara está ciega pero no sorda. Las dos jóvenes, para proporcionarle alguna estimulación ya que «nadie le hacía ni caso», decidieron comprar una pandereta para jugar con ella. «No te imaginas cómo se puso con nosotras la gerente por la pandereta que había costado 100 pesetas», recuerdan. Pero eso era parte del día a día. Ambas jóvenes aseguran que allí la higiene era nula. Apenas había una toalla para todos los internos así que «la misma servía para limpiarle el culo a uno que la cara a otro. Cuando decías algo, nadie te hacía ni caso».

Tampoco sabían cómo actuar con los niños: «Nosotras estábamos de prácticas, no conocemos las enfermedades de los chicos y nos dejaban solas con ellos. Imagínate si les da un ataque u otra cosa». Tras terminar las prácticas, estas dos jóvenes aseguran que abandonaron el centro, no sin antes informar a los organizadores del curso de formación en atención al discapacitado de lo que allí ocurría. «Pensamos que eso sería suficiente para que alguien tomara cartas en el asunto, pero no fue así», concluyen.

Las hermanas de Sara, Felisa y Amada Alvarez, quisieron hacerse con la custodia de la interna porque, según hicieron constar en el Juzgado, la joven, con una deficiencia muy profunda, «no era atendida correctamente». Incluso, aseguran que en algunas de las visitas al centro la encontraron con las manos llenas de heridas.

Tras el proceso judicial, el juez entendió que las hermanas no podrían cuidarla mejor que en la casa La Amistad, que se hizo con su tutela. El juez les ha permitido un régimen de visitas de dos veces por semana, pero, aseguran que no les resulta fácil verla. En los últimos dos meses no han podido entrar en el centro, siempre según su versión, porque se lo han impedido.

Hace ya dos meses que no tienen noticias directas de Sara. «No sabemos si está viva o muerta», dicen. También sabe de esto Rosi.Asegura que en más de una ocasión acompañó a la familia de Bea a visitarla, pero que siempre tenían que hacerlo junto a la verja de entrada a la casa: «Nunca nos dejaban estar dentro, no sabemos porqué».

Además del escrito del pasado 25 de noviembre, hace un año una persona acudió personalmente a la Consejería de Bienestar Social con una carta en la que hacía referencia a malos tratos a los niños en dicho centro, de los que había sido testigo. Cuando se le pidió la identificación, se negó a darla. La responsable del centro, al preguntarle CRONICA por el contenido de estas denuncias, fue tajante: «No respondo a denuncias anónimas».


INSPECCIONES


A día de hoy, el piso respiro y la casa tutelada de Avilés donde vivían estos chicos, todos ellos deficientes, han pasado todas las inspecciones. La última se realizó en el 2001 y tan sólo solicitaba aumentar la iluminación de algunas zonas y hacer más variada la dieta de los residentes. Lo demás estaba correcto.Una información oficial que choca con el testimonio de algunas personas que estuvieron de una u otra forma relacionadas con el centro.

Por ahora sólo la familia de Sara da la cara. Otras seis personas aseguraron a este suplemento que el trato con los niños no era bueno, pero no se atreven a denunciarlo por vía judicial. Eso, y el hecho de que no tengan pruebas, hacen poco probable que pudieran ganar un juicio. Sin embargo la Consejería de Bienestar Social cree que es necesario que estas personas, si es cierto lo que dicen, se armen de valor y lo hagan público para actuar, «de lo contrario», afirman «tenemos las manos atadas».

Cuando se notificó a la familia de Bea su embarazo, ésta abandonó inmediatamente el centro. Mientras duró todo el proceso legal para lograr su tutela, y hasta el momento del aborto, fue trasladada a otra residencia de acogida de Oviedo. Por fin, esta misma semana se ha marchado a otro centro de Gijón, regentado por una orden religiosa, lugar que casi con seguridad será su casa desde ahora.

Y es que Bea trata por fin de recuperarse del estrés que le ha producido todo esto contemplando el mar desde su nueva casa.Quienes la han visitado últimamente aseguran que ha recuperado la sonrisa, perdida tiempo atrás, que está más tranquila y que nunca fue consciente de su estado.

Pero su familia sigue sufriendo por la situación que atraviesa.Su padre y su hermano han tenido que someterse a pruebas de ADN puesto que se han convertido en los primeros sospechosos del embarazo. Su hermana ha perdido el empleo. Su jefa alegó motivos personales pero ella está convencida de que ha sido por todo este asunto y porque no le ha gustado cómo terminó. El pasado jueves la familia ratificaba en el Juzgado de Avilés la denuncia por supuestos abusos sexuales a la joven deficiente y espera que una vez se analice el ADN de los más allegados se sometan también a esa prueba los jóvenes y cuidadores con los que Bea mantenía contacto.

El aborto no ha sido para ellos una decisión fácil, según Rosi, y les ha supuesto también un coste económico que no pueden pagar.«Algo así para una familia con pocos recursos es muy duro», asegura.La pesadilla parece haberse acabado para Bea. Su familia, en cambio, tardará todavía en despertar. Hay mucho que aclarar...


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