05 diciembre 2004

Células madre de grasa, base del neopáncreas

Extraer células madre de la grasa, modificarlas in vitro para que se diferencien en pancreáticas y reinyectarlas son los pasos fundamentales del neopáncreas que propone el equipo del cirujano Ramón Llull.

La creación de un neopáncreas a partir de células madre de la grasa es una vía futurista para solucionar la diabetes que ya ha dado sus frutos en ratones.

Durante el Simposio Europeo de Medicina Regenerativa celebrado en la Fundación Areces, el cirujano reparador Ramón Llull, del Centro Oncológico M.D. Anderson Internacional de Madrid, ha explicado la estrategia: "Todo surge a partir del momento en que se identifican las células madre de la grasa, una fuente de células susceptibles de ser modificadas y que es abundante y autóloga".

Hasta el momento, la experiencia, desarrollada por investigadores de las universidades de Barcelona y de la de Virginia en Charleston (Estados Unidos), se limita a ratas con diabetes en las que se han obtenido muy buenos resultados. "La técnica solucionó la diabetes inducida por el tóxico estreptozotocina en todos los animales", ha apuntado Llull. En este modelo de diabetes los islotes pancreáticos de la rata están eliminados, por lo que es equiparable a la tipo 1 humana.

Gen de la pre-pro-insulina
La estrategia consiste en extraer células madre de la grasa del animal, insertarles in vitro un gen que codifica la insulina (concretamente, el de la pre-pro-insulina) para que se diferenciaran en productoras de esta hormona, y volverlas a infundir en el tejido subcutáneo, "de una forma similar a la que ahora se administra la insulina".

Hipotéticamente, y según se ha comprobado en la práctica murina, las células modificadas son capaces de producir insulina.

El siguiente paso en esta línea de investigación consiste en evaluar las poblaciones celulares que han sido manipuladas genéticamente y comprobar su estabilidad. "Se trata de determinar cuánto tiempo tardan en generar concentraciones de insulina terapéuticas, adecuadas como para liberar de la terapia a un paciente diabético".

Ramón Llull.


A la hora de trasladar la estrategia a la clínica, entre las limitaciones que se encuentran destaca la ligada al método de transfección del gen a las células. "Hay vectores retrovirales que insertan el gen terapéutico en el código genético, lo que implica una expresión permanente del citado gen; pero esto no lo podemos hacer en la clínica porque no está lo suficiente desarrollado y tememos que la población celular sea inestable". Como solución a este obstáculo, Llull propone los métodos de transfección mediante adenovirus, biobalísticos o bioquímicos.

La durabilidad de las células transgénicas una vez implantadas también preocupa al experto. "Si la inyección genera un pico de insulina, pero acto seguido las células mueren, la técnica no tendría sentido pues equivaldría a una inyección de insulina clásica. El reto es conseguir que produzcan insulina, que se regulen y que su acción dure en el tiempo", ha comentado.

Inyección periódica
Siendo optimistas y si la técnica funciona, un diabético pasaría de inyectarse insulina varias veces al día a administrarse una inyección de células madre de grasa modificadas cada varios meses. No obstante, Llull es consciente de la multitud de trabas que pueden aparecer en el traslado de la estrategia a la clínica. "Hay que evaluar de forma cautelosa cada fase, pues no se trata simplemente de implantar células, sino de infundir células modificadas".

Otro de los retos, en principio ya solucionado, era lograr que las células transgénicas enviaran una señal lo suficientemente larga, como para que las células prendiesen en el lugar de la inyección. Para conseguirlo, "se le ha añadido a esa población de células que segregan insulina otra que segrega una señal angiogénica, de tal forma que se creen vasos donde estas células se puedan agarrar y verter la insulina al medio".

A simple vista, la estrategia resulta muy prometedora, pero antes de llegar a la clínica quedan muchas tareas pendientes y multitud de inconvenientes potenciales. "Hay que aclarar cuántas células se necesitan. El objetivo es que produzcan insulina, que se regulen y que su acción dure en el tiempo".

Además, hay que mejorar la relación de transfectividad. Es decir, "ahora tratamos un montón de células, pero solo conseguimos que se diferencien unas pocas. Este es un paso fundamental para poder hacer algo efectivo y terapéutico".

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